Necesitamos mitigar los daños del cambio climático

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Debemos tomar en serio el cambio climático. Según Conaf, el 72% de la superficie nacional experimenta algún grado de sequía, afectando al 90% de los habitantes, y donde además el 27% del territorio tiene algún riesgo de sufrir desertificación.

Las temperaturas aumentan mientras las precipitaciones disminuyen, afectando fuertemente al ciclo del agua tal como lo conocíamos, generando un 15% menos de lluvia en los últimos 50 años en algunas regiones, concentrándose en menos eventos durante el año, aunque con mayores volúmenes. La cordillera de Los Andes también hace lo propio, pues se ha elevado la altura donde cae nieve, disminuyendo su acumulación y eliminando históricas formas de embalses naturales.

Considerando este panorama, lo lógico sería que nuestro país aprovechara al máximo las recursos hídricos de los que dispone, sin embargo, esto no es así. El 84% del agua a nivel nacional corre por los ríos hacia el mar sin ser bien aprovechada.

El panorama no es del todo negativo aunque sí preocupante, ya que estamos dejando atrás la sequía de los últimos diez años, y viviendo un un período de bonanza por lo que debemos almacenar la mayor cantidad de agua posible. Sin embargo, la infraestructura hídrica actual no nos permite almacenar este recurso.

Tenemos un retraso tecnológico equivalente a 50 años respecto de países desarrollados, por ello, el Estado tiene el deber de tomar acciones para mitigar los daños causados por el cambio climático. Lamentablemente, la mano del hombre ha descuidado embalses naturales, lo que nos obliga a crear embalses artificiales para almacenar agua y así recuperar ciclos naturales que se han perdido con el paso del tiempo. Sin ello, estaremos ayudando al avance de la desertificación y al aumento de los periodos de sequía.

Por ello, es imprescindible que Chile cuente con infraestructura hídrica moderna y amigable con el medioambiente para acumular agua, de manera de recuperar la capacidad de reserva para los meses de menor precipitación, donde todos los ríos debieran contar con sistemas de embalse y conducción, monitoreo a distancia, telemetría y telecontrol con compuertas automáticas y sistemas de infiltración artificial, tecnología que debiera estar ya bastante más globalizada en Chile de lo que está aún.

Para conseguir esto, es fundamental que a partir del próximo gobierno se retome una estrategia nacional de agua a largo plazo iniciada en el primer gobierno del Presidente Piñera, la que permita acelerar la construcción de este tipo de infraestructura, recobrando la acumulación de agua y restableciendo los ciclos normales de este preciado recurso.

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