No es trillado hablar de aprendizaje socioemocional



Por Gabriela Cares, jefa de la División de Estudios, Agencia de Calidad de la Educación

A más de un año de pandemia, hemos debido aprender a convivir con nuevos hábitos y dejar otros que antes dábamos por sentado. Personas y lugares que eran cotidianos, hoy no lo son tanto. El colegio, un espacio vital en la formación académica y valórica, así como un eje central en la organización de la rutina de tantas familias, se ha visto profundamente alterado. Indudablemente, esto ha tenido repercusiones en millones de estudiantes.

Esto último no es solo intuición. En la Agencia de Calidad se desarrolló el Diagnóstico Integral de Aprendizajes —que por estos días se está aplicando por tercera vez—, una herramienta que surge para ayudar a enfrentar la pandemia y que ha entregado información muy valiosa para conocer qué terreno estamos pisando. Hace algunos días, desde el Banco Mundial se destacaron los casos de Chile y Francia por levantar en poco tiempo un instrumento con estas características, que mida aprendizajes académicos y socioemocionales.

Pocas veces se ve en política educativa que un tema genere tanto consenso: expertos de todos los países y sectores políticos han hecho hincapié en que la escuela es central tanto para el desarrollo académico como para el desarrollo socioemocional, pues van de la mano. No es que el aprendizaje socioemocional se haya vuelto importante de la noche a la mañana, siempre lo fue. La crisis sanitaria y el confinamiento, lo han hecho ineludible.

¿Cómo lo están enfrentando las escuelas? De los datos agregados del diagnóstico podemos rescatar varias cosas. Primero, entre los estudiantes de 4° básico a 4° medio que participaron, se reconoce que en sus colegios les enseñan, por ejemplo, lo que pueden mejorar de sí mismos. Luego, más del 90% de los estudiantes de 4° a 6° básico destaca que les enseñan a respetar la opinión de los demás, aspecto clave para la buena convivencia.

Pero también hay desafíos: entre los estudiantes mayores, de 3° y 4° medio, solo alrededor de la mitad dicen que en su colegio les enseñan a calmarse cuando están enojados. Además, 47% de los alumnos de 4° básico a 4° medio señala poder expresar lo que sienten tranquilamente; y si bien 66% declara darse cuenta fácilmente de sus emociones, solo 1 de cada 10 tiene facilidades para expresarlas. Aquí surge otro dato interesante: mientras que en 4° básico 80% dice que en el colegio les enseñan a expresar lo que sienten, el porcentaje baja significativamente en enseñanza media, donde en 3° y 4° solo la mitad lo declara. Entendemos que hay diversas exigencias para la formación integral, pero no deja de ser un dato que estamos identificando y se puede mejorar.

También es natural y esperable que en un contexto como el que atravesamos se manifiesten más desafíos en la gestión de los aspectos socioemocionales de los estudiantes. Y junto con reforzar la importancia de volver a clases presenciales, contar con esta y más información nos permitirá priorizar, proyectarnos a corto y mediano plazo, sobre todo entendiendo que probablemente tendremos que trabajar los efectos de la pandemia por bastante tiempo. Entre aquello que se puede rescatar de las complejidades de estos últimos meses, es el impulso y visibilidad que la pandemia le ha dado al aprendizaje socioemocional. Y si bien, a estas alturas, hablar de esto puede sonar muy poco novedoso, no podemos permitir que se nos vuelva secundario.

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