No somos académicos



Por Carlos Correa, ingeniero Civil Industrial, MBA

En una entrevista a este medio, la presidenta del Senado, Adriana Muñoz (PPD), da una explicación de su frase respecto a pasar por encima de la Constitución si es necesario aprobar un proyecto, que resuelve una necesidad urgente. La senadora Muñoz plantea que la frase ha sido sacada de contexto, y en efecto es así, pues los hechos muestran que condujo respetando la institucionalidad la discusión sobre la admisibilidad del proyecto sobre la extensión del posnatal durante la emergencia del Covid-19.

Pero el punto es más profundo. Se ha producido en los últimos tiempos una inflación de proyectos que buscan resolver el sinnúmero de necesidades inmediatas que tiene la población afectada por la emergencia. Así, llueven las iniciativas que suspenden pagos, amplían beneficios, obligan a autoridades, otorgan derecho y un largo sinnúmero. En una primera aproximación se lee muy bien, pues es un esfuerzo legislativo en pos de mejorarle la vida a las personas. Suena como una respuesta a los datos que entrega la encuesta Criteria, que coloca al Congreso como la institución menos necesaria y de menor aporte en la catástrofe. Como hace ver la senadora Muñoz, en Valparaíso no hay académicos, sino representantes del pueblo.

Por otro lado, recurrir a la Constitución vigente parece un sacrilegio para la oposición. Si la contienda será cambiarla, ¿para qué respetar la vigente? Un cálculo sencillo para la oposición hace ver que es mejor bombardear con proyectos de ley que resuelven problemas concretos, aunque no sean viables o el Congreso no tenga atribuciones. Finalmente, si el gobierno veta o va al Tribunal Constitucional, el Ejecutivo tendrá que pagar los costos y los parlamentarios quedarán como campeones.

El misterio es por qué si esa fórmula suena ganadora, el Congreso no ha aumentado su reputación. Con todas las iniciativas los parlamentarios han aumentado su conocimiento. Pero no son buenas noticias, pues todas las encuestas que se han hecho coinciden con la apreciación de la empresa Criteria que coloca a los parlamentarios en el fondo de la tabla. Entre las figuras de mayor valoración aparecen los alcaldes, la presidenta del Colegio Médico, pero ningún parlamentario.

La razón parece ser que tanta disposición genera aún mayor desconfianza que la antigua inacción. Prueba de ello es que las figuras más mediáticas del Frente Amplio han tenido una caída en popularidad, y que los mediáticos y jóvenes diputados de derecha que inundan Twitter con todo tipo de teorías conspirativas, no son considerados, a diferencia de los alcaldes que se han metido en el pelotón de figuras atractivas para los medios.

No hay posibilidad que este fenómeno de inflamación populista que aqueja al Congreso pueda remediarse. Los tiempos de pandemia abren el apetito para diputados ambiciosos que ven el momento para que se les abran oportunidades de acceder al Senado. Asumen que la Cámara es intrascendente en lo político y, por tanto, es un interregno para aparecer en los medios. Por otro lado, los senadores en ejercicio que van a la reelección tendrán que bailar a ese ritmo si es que  no quieren ser acusados en redes sociales de no comprender las necesidades del pueblo. Hoy, ser responsable y con sentido de Estado es muy mal negocio político.

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