Nuestra identidad

Gente
Foto: Andrés Pérez


SEÑOR DIRECTOR

Preguntarse sobre la identidad de los chilenos en plena semana de Fiestas Patrias podría parecer algo de perogrullo. Sin embargo, el estudio de las tradiciones y de las identidades nos muestran hasta qué punto se trata de objetos culturales bastante complejos.

En algunos casos se trata, especialmente a partir de la consolidación de los estados nacionales desde el siglo XIX, del uso de algunas costumbres locales como tradiciones propias de la patria y extendidas (bajo la lógica de los nacionalismos) a unos territorios que poseían propias costumbres vernáculas y usos ancestrales.

Autores como Jorge Larraín, Pedro Morandé, José Bengoa y Paulina Peralta se han preocupado de estos temas, poniendo énfasis en el carácter híbrido de la cultura chilena, donde destaca aquella de la Zona Central, la cual ha sido difundida a todo el territorio por la vía de la acción estatal (inicialmente por la acción militar y después por la educación pública), pero también mediante los medios de comunicación, el turismo y otras tantas formas.

Pero si hay algo en que la mayoría de quienes estudian la identidad están de acuerdo, es que se trata de una expresión cultural que no está fija en el tiempo, ni tampoco se remonta a un momento inicial de una supuesta pureza. La identidad, o mejor dicho, las identidades se transforman constantemente y se comportan como capas que conservan parte de lo antiguo, pero incorporan también lo nuevo como sostiene el historiador inglés Peter Burke.

El aporte de las migraciones es clave, así como la cultura de masas y el creciente influjo de los medios digitales y las redes informáticas transforman constantemente nuestra definición de lo que somos. Estamos cambiando rápidamente incorporando sabores, idiomas, colores y costumbres provenientes de distintas partes del mundo, y recientemente desde el Caribe como resultado de las olas migratorias.

Algunos se refugian en una identidad idealizada por temor a estos cambios y los transforman en una ideología política de rechazo a la diferencia. Sin embargo, la identidad sigue transformándose e incorporando siempre nuevos elementos, en una adaptación permanente al medio y a los nuevos contactos culturales.

Manuel Gárate Chateau

Doctor en Historia

Investigador del COES

Instituto de Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile

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