Nueva Constitución



Señor director

En las postrimerías del gobierno la Presidenta Bachelet ha presentado su proyecto de nueva Constitución, aunque en una primera revisión se constata, como señala el mensaje, que respeta nuestra tradición constitucional en el régimen presidencial, la supremacía constitucional o las bases del régimen democrático, por ejemplo. También, conserva la mayoría de la actual Carta, especialmente en sus numerosas reformas incorporadas desde la reinstauración de la democracia en 1990, como el reconocimiento de la dignidad humana, la facultad de imperio directa de los Tribunales o la integración mixta de la Corte Suprema, la primacía de la iniciativa privada en la economía, la esencia de los derechos, la autonomía del Banco Central, la creación del Ministerio Público y la constitucionalización del Servicio Electoral.

Es cierto que plantea innovaciones que seguramente serán materia principal de debate, en el catálogo de derechos, reconocimiento de pueblos indígenas, eliminación de la facultad para requerir el control preventivo del Tribunal Constitucional, la obligación de varias autoridades de exponer ante los órganos que deben ratificar su nombramiento, la posibilidad de que la ley disponga que los estudiantes beneficiarios de gratuidad paguen por los gastos administrativos que irroguen o el deber del Estado de actuar con responsabilidad fiscal.

En suma, más que una nueva Constitución, es un nuevo texto que, en general, sigue el desarrollo del constitucionalismo chileno, que ha ido avanzando en limitar el poder y garantizar mejor los derechos humanos. Por ello, un aspecto preocupante es la severa compresión que sufre el recurso de protección.

Miguel Ángel Fernández González

Profesor de Derecho Constitucional Pontificia Universidad Católica de Chile

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