Nueva generación de políticos



Septiembre nos ha recordado los momentos de ruptura de la sociedad chilena, pero también arroja luces de esperanza. Hay señales del surgimiento de una nueva generación de políticos que puede abrir una etapa de entendimientos para abordar los temas de futuro.

Las Universidades de Columbia y Harvard en Chile organizaron en Flacso un seminario para debatir sobre el futuro de Chile Vamos. Asistí para escuchar a tres jóvenes dirigentes políticos de derecha de la nueva generación: los diputados Bellolio (UDI) y Shalper (RN), y el senador Katz (Evopoli). Los tres efectuaron una misma afirmación, que representa un giro muy importante respecto de los políticos tradicionales de la derecha: no hay justificación para la violación de los derechos humanos; el argumento del "contexto" es inaceptable.

Es un paso importante para afincar las bases de la convivencia nacional. La posición de estos dirigentes influirá en otros, como lo manifestó el diputado Torrealba (RN) en este mismo diario. En forma paralela, jóvenes dirigentes del Frente Amplio han reafirmado el carácter universal de los DD.HH., condenando la situación autoritaria y represiva en gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Los diputados Crispi, Mirosevic, Jackson, Boric, Marín, entre otros, así lo han manifestado.

¿Por qué destacar estos planteamientos? Pues es un enorme triunfo que estos valores sean compartidos por la mayoría de los chilenos. Mi generación luchó por recuperar la democracia y logró realizar una notable transición en condiciones muy difíciles y de gran tensión, gracias al apoyo mayoritario de los chilenos. El compromiso por erradicar la dictadura de quienes vivimos esos dolores en carne propia es distinto del comportamiento de los jóvenes que han vivido en democracia. Ellos procesan y asumen la historia desde su propia perspectiva. Están mejor formados y encaran desafíos globales y nacionales diferentes. Saben, o debieran saber, que muchos países sufren de fragmentación política y desigualdad social, y que pagan altos costos por la polarización ideológica y la parálisis institucional. Avanzan poco y resultan incapaces de resolver sus problemas. Si queremos progresar, Chile debe evitar esos escenarios.

Siempre existirán importantes diferencias entre personas y partidos en cómo abordar los obstáculos y aprovechar las oportunidades. Una nueva generación debe abrir mayores espacios de diálogo para buscar soluciones nuevas a los temas más complejos del futuro. Los jóvenes progresistas, por su lado, tienen la posibilidad de trazar un camino nuevo que contribuya a asentar valores de libertad, igualdad y desarrollo sustentable.

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