Nuevas mayorías

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La Comisión de Hacienda aprobó en general, con votos DC, la reforma tributaria del gobierno.


El Presidente Piñera ha logrado conformar mayoría en diversas ocasiones en las últimas semanas. Ha logrado éxitos legislativos sorpresivos para un gobierno que, sabemos, es minoritario en el Congreso. Primero, en forma inesperada (10 abril), la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados dio paso a la discusión de la reforma tributaria, con el apoyo de la Democracia Cristiana.

En la semana siguiente (17 abril), la Cámara conformó una vez más mayoría, esta vez en plenario, para aprobar el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP-11). Apoyaron el acuerdo los diputados oficialistas más el apoyo de buena parte de la bancada DC, los radicales, el socialista Jaime Tohá y el independiente Pepe Auth. Podrá ser circunstancial, pero convengamos, fue una… nueva mayoría.

Lo anterior pudiera considerarse no muy relevante, mero trámite quizás, sobre todo porque en ambos casos faltan varias etapas legislativas. Lo sugestivo, en mi opinión, es el nivel de interés y aprobación con que la opinión pública ha recibido estas noticias. Un 51% de la población encuestada dijo estar de acuerdo con que la Democracia Cristiana hubiera apoyado la idea de legislar sobre la reforma tributaria (Cadem N° 275). Y algo similar debiera ocurrir con el acuerdo TPP-11, un proyecto impulsado por el gobierno, pero propuesto originalmente por la Presidenta Bachelet en sus últimos días de gobierno, con el decidido apoyo del entonces canciller Heraldo Muñoz.

Es dudoso que la mayoría encuestada se alegre por el destino de un proyecto tributario que, a todas luces, resulta incomprensible y lejano. No solo eso, en realidad la mayor parte se manifiesta en desacuerdo con esta reforma (Cadem N° 274). Lo que se celebra no es el triunfo de la reforma, ni el triunfo del gobierno. Lo que la gente aplaude, esta es mi hipótesis, es que existan acuerdos, que el Congreso aún sea capaz de dialogar en forma flexible, de romper el enfrentamiento. Resulta esperanzadora la posibilidad de que se conformen mayorías, aunque sea temporales, en torno a proyectos específicos basados en méritos. Es también un rechazo a las posturas rígidas de bloques políticos, ciega y perpetuamente opuestos. Se trata de uno de esos escasos momentos en que la política pareciera luminosa; en que la realidad de su proceso resulta más esperanzadora que el viejo y repetido discurso intolerante.

La gente no olvida que fueron justamente grandes acuerdos los que permitieron la transición a la democracia. Y posteriormente, fueron también acuerdos los que transformaron la economía y dieron lugar al proceso de crecimiento más exitoso en la historia de Chile. Es esto lo que la opinión pública hoy celebra; la ilusión de que, a pesar del ruido y las palabras duras, nuestra política, aunque sea de vez en cuando, es capaz de encontrar acuerdos.

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