De nuevo sobre objeción de conciencia institucional

bbc 3
La ley de interrupción del embarazo permite la objeción de conciencia de cualquier profesional de pabellón que pueda verse involucrado en un aborto. Foto: Getty Images.


El proyecto de eutanasia ha vuelto a poner sobre la mesa el tema de la objeción de conciencia institucional, a propósito de la discusión que se lleva a cabo en la comisión de salud de la Cámara de Diputados. Se argumenta que lo único admisible es el reconocimiento y protección de la objeción de conciencia del médico (o del equipo médico), pero no de las instituciones privadas de salud.

Lo primero que hay que aclarar es que este asunto ya fue resuelto por el Tribunal Constitucional. Tanto en la sentencia sobre la constitucionalidad del proyecto de aborto como en la que se refirió al protocolo de objeción de conciencia, el TC estableció que las instituciones jurídicas tienen derecho a la objeción de conciencia institucional. De esta manera, si el legislador permitiera la eutanasia y la autoridad sanitaria decidiera ofrecerla como una prestación de salud (como ocurre con el aborto), las instituciones privadas que eventualmente sean obligadas a realizar esta práctica por estar adscritas a la red pública en virtud de convenios tienen derecho a negarse por considerarla contraria a su ideario.

Sin embargo, más allá del aspecto jurídico, es revelador que cada vez que se discute un asunto que pone en jaque nuestras convicciones fundamentales, un sector político (paradójicamente autodenominado liberal) minimice el rol de las asociaciones. Ocurrió con aborto, ya lo estamos viendo a propósito de la eutanasia, y seguramente pasará lo mismo en la discusión sobre adopción homoparental, educación sexual, etcétera. En todos estos debates se argumenta (como ahora lo hizo el diputado Mirosevic), que se debe resguarda la libertad de las personas por sobre la supuesta "conciencia" de las instituciones.

Tal vez el término "conciencia institucional" no sea el mejor. Con todo, este apunta a una realidad moral profunda, cual es la libre asociación entre las personas. Una manifestación de nuestra libertad es justamente la posibilidad de asociarnos con otros a fin de lograr un objetivo común, generando una realidad social distinta de las personas que la fundaron y componen. Y esta realidad no solo es valiosa porque a través de ella alcanzamos bienes que normalmente no alcanzaríamos por nuestras propias fuerzas, ni porque usualmente se orienta a atender necesidades sociales, sino también, y, sobre todo, porque ella misma significa una experiencia humana enriquecedora, que nos involucra positivamente con otros, constituyendo un elemento clave de nuestra realización. 

En este marco, la discusión sobre la autonomía institucional frente a una imposición estatal es solo un síntoma (sumamente relevante) de la desvalorización de la realidad asociativa de las personas. Así, lo que está en juego finalmente es cierta noción de la libertad humana, que no se reduce a una mera relación entre individuos y con el Estado, sino que reconoce y valora los bienes y vínculos que genera la llamada "sociedad civil", como necesarios para su despliegue. Esto explica que Tocqueville viera en la libertad de asociación una garantía contra la tiranía, que pierde sentido si no se considera y respeta la idea de ideario institucional.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.