Oxigenar, sumar y ganar

José Antonio Kast inscribe al Partido Republicano en el Servel
10 de Junio del 2019/SANTIAGO José Antonio Kast junto a la directiva del Partido Republicano realizan inscripción y presentan estatutos al Servel. FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO


El Partido Republicano viene a ocupar un espacio que representa a amplios sectores de la ciudadanía, y que hasta hoy se encontraban sin voz. Ya desde esa perspectiva estamos haciendo un aporte a la calidad de la democracia. En el plano del "sector derecha", el tema no es Chile Vamos, sino el de construir un proyecto de gobernabilidad que sea capaz de obtener un alto número de votos (Presidencia y Parlamento), convocando en forma colectiva a todos los chilenos que se ubican a la derecha de la izquierda.

En ese esquema, es normal y legítimo que todas las sensibilidades participen y estén representadas. Eso es la democracia, y bajo esa lógica, el Partido Republicano no divide, suma; y de paso oxigena la política. ¿Cómo podría ser malo que se ofrezcan más alternativas y que la gente elija? Al contrario, lo que podría afectar la credibilidad del sector es que la gente pensara que hay dirigentes que no creen en la libre competencia, y que quieren mantener sus cargos y privilegios por la vía de restringir la participación.

En la derecha chilena, como en cualquier sociedad plurivalórica, hay muchas sensibilidades. Pero para ganar la Presidencia y el Congreso se requieren alianzas que logren un 50 + 1% de los votos.

Hay mucha gente que por muy diversas razones no se siente representada por los actuales partidos.

Piñera solo tuvo 35% en la primera vuelta, y muy posiblemente no vaya a tener un mayor apoyo en los años que le quedan.

Está bien que la gente sepa que Piñera salió electo gracias a un 20 o 25% que no lo consideró nunca una primera opción, y que un número creciente de personas no son entusiastas de su gestión.

Negar esa realidad es apegarse a un proyecto sin futuro, sin posibilidades de éxito. Además, el apoyo irreflexivo y sin matices a un gobierno que solo tiene el 25 % de popularidad, no solo es deshonesto, sino que es algo que el electorado evalúa negativamente. Obstinarse por arrimarse a ese árbol, no tiene buen pronóstico.

Pero, sobre todo, hay un amplio sector ciudadano que no es partidista, pero que es imperceptible y genéticamente derechista, que cree en el esfuerzo, que se la juega por su familia, que tiene valores conservadores, que desconfía de los políticos y del crecimiento del Estado, y que, guiados por principios básicos de sentido común, quiere orden y seguridad, que la ley se aplique por igual para todos y que haya una renovación en los rostros y las prácticas de la política, que en los mercados se compita sin privilegios, y que se castigue la corrupción. Ese mundo hoy no se siente representado por Chile Vamos ni por el actual gobierno. Afortunadamente, la mayoría de los chilenos se aburrió también de la izquierda y de sus falsas quimeras. Conoce del fracaso mundial e irreversible del socialismo y experimentó recientemente el retroceso que significó el gobierno de Bachelet.

En ese escenario, están abiertas las puertas para un próximo gobierno de derecha. Pero la lucha por los votos siempre es dura. Mientras más equipos haya en la calle, más voceros, más rostros, más motivación y competencia, mejor será el resultado final.

Los únicos que pueden estar asustados son los que defienden privilegios, cupos blindados; los que le tienen miedo a la competencia y a la elección de la gente. Los votos hay que ganarlos en la calle y no con barreras de entrada. Es bueno que la gente sepa que la derecha es de muchos tonos, más allá de los compromisos que haya que hacer para gobernar con mayoría. Debe saberse que la derecha es muy plural, que hay una fuerte y renovada corriente republicana, y que el proyecto más exitoso será el más inclusivo.

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