Pasar del "no más", al "quiero"

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Llevamos mes y medio de una crisis que nos ha removido profundamente. Cada día nos hace cuestionarnos sobre esta ruptura profunda de nuestra convivencia. Un orden que, para muchos, resultaba gravemente frustrante y que culminó en este estallido. Y, si bien hay acuerdo en la insatisfacción, no existe claridad sobre una visión de futuro que nos guíe y sea ampliamente compartida. Esa es la que deberá ir cobrando forma y ser suficientemente inspiradora como para devolvernos el sentido de comunidad. Pasar del "no más" al "quiero".

Un paso hacia esa convivencia es alcanzar los acuerdos para iniciar este proceso constitucional que es tan decisivo para nuestro futuro. Un proceso que debe adquirir legitimidad a través de una participación amplia y representativa, en la cual las mujeres tenemos un enorme aporte que hacer. Por eso demandamos nuestro derecho a participar en igualdad de condiciones.

Hoy vemos distintos niveles de radicalización y el doble desafío es avanzar con fuerza en la agenda social y también conquistar la paz que nos permita una convivencia sólida y estable. Las dos cosas a la vez. Por eso se aprecia cada gesto de generosidad y cada esfuerzo por abrir posibilidades.

Es momento de sopesar las expresiones de deslegitimación en contra de todas las instituciones, que las degradan más y más. Hay algo muy amargo en ese ejercicio, que consiste en demonizar al otro y liberarme de asumir mi parte, como un derecho que, sin embargo, en nada nos beneficia ni acerca a una salida. Abrir conversaciones de posibilidades no tiene que ver con ocultar los problemas ni con ablandar la fiscalización en temas de abusos, corrupción o negligencia, ni con mentir. Tiene que ver con poner los valores humanos por sobre las miserias y mantener las contradicciones en perspectiva. Tiene que ver con buscar sinceramente el bien común y establecer el entendimiento como norma y el conflicto como excepción.

Porque, al contrario, ¿qué pasa cuando las personas reciben sólo mensajes de indefensión e impotencia frente a las amenazas que se ciernen sobre ellas? Más allá de la rabia, ¿qué dirección pueden tomar? Cuando se escuchan los testimonios en los cabildos y diálogos, nace otro estado de ánimo. Ahí recordamos el poderoso impacto que tienen el lenguaje, las imágenes y las historias que nos contamos, en la visión de futuro que creemos posible. Sentimos la fuerza de la sociedad civil, los brotes de cambios positivos y una base de cohesión que permitirá encontrar caminos.

La propuesta de sociedad democrática y moderna que logremos levantar tendrá una enorme influencia en nuestro destino. Cuán informada y sabia sea esta discusión, va a influir poderosamente en el Chile de mañana.

Es momento de buscar las soluciones innovadoras que nos permitan enfrentar no sólo la deuda atrasada, sino el futuro.

Podemos insistir en las divisiones que nos trajeron adonde estamos. O podemos contribuir a que se expresen las visiones que nos impulsen a avanzar.

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