Pasos concretos hacia un foco en el aula

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La comisión fue creada el 12 de junio y el Mandatario colocó a la cabeza a la exministra de Educación Mariana Aylwin (ex DC).


Durante los últimos días coincidieron la aprobación y total despacho del proyecto "Aula Segura" -con fuerte apoyo de la oposición- con la entrega al Presidente de la República del informe de la comisión "Todos al Aula" presidida por la ex ministra de Educación Mariana Aylwin. Hay lecciones interesantes a sacar de las aparentes coincidencias.

Lo más relevante son los acuerdos alcanzados. En ambas iniciativas, se contó con la participación política y técnica de todos los sectores. En el caso de Todos al Aula, la oposición concurrió con expertos de alto nivel y actores clave del sistema educativo que ayudaron a complementar una visión desde el terreno de los problemas que la extensa normativa educacional genera. Al plantearse los inconvenientes de la burocratización desde lo empírico, las barreras ideológicas intransitables que tanto expuso la administración anterior se difuminaron. Esto es valorable, pues con esta comisión el gobierno se exponía a ser criticado en una materia -la educación-  en la que es históricamente débil. Pero primó la idea de aportar. Solo el Colegio de Profesores, en una postura tan inocua como predecible, se restó del acuerdo. En el Aula Segura, el Ejecutivo recurrió a tácticas provocadoras y a un despliegue comunicacional desproporcionado para el alcance real del proyecto, pero logró poner su punto. Algo de esta estrategia pudo haber contribuido a hacer hostil el ambiente de la Comisión de Educación del Senado (la Cámara fue significativamente más inteligente en su aproximación), pero tras sendas indicaciones, se arribó a un consenso que respeta la preocupación del Ejecutivo y de al menos una parte de la oposición en el Congreso. Para llegar a acuerdos, debiera preferirse el método utilizado en Todos al Aula, por sobre este último.

Sin perjuicio de la estrategia, lo que parece favorecer este escenario es la preocupación del gobierno por poner sobre la mesa temas concretos, levantados desde las mismas comunidades escolares, que se relacionan con la operación del sistema. Esto es lo que se ha resumido en el concepto de "aula". Y resulta perfectamente coherente con la visión de calidad de esta administración: se deben generar todas las condiciones necesarias para que los establecimientos y sus comunidades puedan libremente dedicarse a la tarea de educar, sin ser distraídos por la burocracia ni la violencia. Las dos iniciativas son en ese sentido un aporte, pero hay elementos pendientes.

Primero, el Congreso debiera respaldar las propuestas de desburocratización que la comisión Todos Al Aula propone, en particular las que refieren a la simplificación en la rendición de las subvenciones y la contratación de servicios de apoyo a la mejora, así como la unificación de los múltiples y variopintos planes e instrumentos asociados a distintas leyes en un solo Plan de Desarrollo Educativo. Para esto, el Ejecutivo debe ser astuto en seleccionar las propuestas clave que de verdad tengan impacto. Segundo, el gobierno debe proyectar su preocupación por la calidad de la educación pública demostrada en la intensa tramitación de Aula Segura en la implementación de los nuevos Servicios Locales de Educación. Se requiere urgentemente una conducción firme y un discurso claro, pues la tarea es gigantesca y prioritaria. La violencia, tanto en los casos extremos que enfrenta Aula Segura, como en los casos mucho más expandidos (y a veces con consecuencias fatales) del bullying deben seguir siendo prioritarios para esta administración.

Pero no debe perderse de vista la razón de fondo de por qué se impulsan estos proyectos. La desproporcionada importancia de los medios (comisiones y proyectos de ley) no puede hacernos perder de vista los fines. Este fin no es otro que continuar con la tarea que, con altos y bajos, han construido los gobiernos democráticos: asegurar condiciones de financiamiento, la institucionalidad, los recursos humanos y pedagógicos, y finalmente una cultura compartida, para que brote una educación de calidad diversa en la que nuestra sociedad pueda verse reflejada. Y para eso no hay otra vía que los acuerdos.

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