Patrimonio en Lota: el legado de Baldomero Lillo en juego

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Nacido y enterrado en Lota, maestro del realismo chileno, Baldomero Lillo puso en relieve la vida de los trabajadores de la cuenca del carbón con sus famosos libros de cuentos Subterra (1904) y Subsole (1907). La corporación que lleva su nombre administra actualmente el circuito Lota Sorprendente, epicentro patrimonial y turístico de la comuna que, irónicamente, estuvo cerrado en pleno verano por más de un mes, debido a una huelga de sus trabajadores.

Tras el cierre de la Empresa Nacional del Carbón (ENACAR) en 1997, CORFO heredó su patrimonio y entregó la concesión del circuito, primero, a Fundación Chile y, en 2011, a la Corporación Baldomero Lillo. Además de la preservación del patrimonio que administra –el Parque Isidora Goyenechea de Cousiño, el Chiflón del Diablo, el Museo Histórico de Lota y el Pueblito Minero XIX– el convenio pone en el centro el trabajo con la comunidad y la implementación de estrategias que permitan el desarrollo de las tierras del célebre escritor lotino.

Los trabajadores paralizados denunciaban infracciones a la Ley del trabajo y solicitaban un aumento de sueldo. En lugar de propiciar el diálogo, la Corporación extendió el conflicto, perdiendo así a más de diez mil visitantes y paralizando con ello el resto de la industria turística de la zona. Tras 35 días, el martes 19 de marzo, los trabajadores aceptaron la oferta económica propuesta por la Corporación, depusieron la huelga y, en apariencia, todo vuelve a la normalidad. Si embargo, el problema sindical es sólo la punta del iceberg de la deficiente gestión de la Corporación Baldomero Lillo.

Los monumentos que administra presentan un importante deterioro: en el parque, los daños de las esculturas han intentado disimularse con capas de pintura; se ha descuidado el diseño paisajístico a tal punto, que han crecido pinos de forma descontrolada; los baños que se cayeron tras el terremoto de 2010 no han sido repuestos y los que funcionan no cuentan con acceso para discapacitados ni facilidades para personas mayores. El mítico edificio Jacarandá de la entrada, un edificio de corte neoclásico francés, sigue apuntalado para no caer.

El Chiflón del Diablo no corre mejor suerte. Lentamente los más de 900 metros de circuito se han ido reduciendo a poco más de 120, pues la falta de mantenciones ha provocado inundaciones de agua del mar. Como consecuencia de esto, la playa La Conchilla está gravemente contaminada con óxido ferroso. Asimismo, la entrada de tierra −y de barro en invierno− cuenta con múltiples hoyos que no han sido reparados y microbasurales que no han sido limpiados. Adicionalmente, la mina no cuenta con salidas de emergencia.

La respuesta de la Corporación es siempre la misma: que CORFO no entrega recursos suficientes. Pero el plan de inversión presentado por ellos al postular a la concesión liberaba a la estatal de un compromiso permanente, lo que deja aún más en evidencia la falta de pericia en la gestión que la Corporación está haciendo del circuito. Porque el mismo Estado ofrece otras alternativas de financiamiento, como el Fondo del Patrimonio del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, al que nunca han postulado. Y así, podrían buscarse otras alternativas para conseguir recursos.

Pero el problema es aún mayor. Hace pocos meses, la comunidad lotina organizó el primer encuentro para trazar la ruta de lo que sería la promoción de Lota como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO, una iniciativa que es respaldada por las autoridades locales y culturales. Y tiene todo el potencial de serlo: cuenta una extensa zona típica que incluye once monumentos nacionales y varios en vía de declaración, lo que la posiciona como la comuna con más patrimonio per cápita de Chile.

Esto podría significar una oportunidad de desarrollo incalculable para una comuna que presenta un 70% de vulnerabilidad social, con el récord de campamentos de la Región. Pero la mala administración de sus principales monumentos por parte de la Corporación Baldomero Lillo pone en peligro la hazaña. El compromiso adquirido por ésta en 2011 está claramente incumplido y están quitándole al pueblo de Baldomero lo último que resta de su gloria minera.

Hay una esperanza, que el mismo convenio establece: CORFO puede ponerle fin al mismo. La recientemente anunciada auditoría que hará la estatal a la Corporación es una buena noticia y, esperamos, sea decisiva. Es necesario que un patrimonio que pertenece a todos los chilenos y chilenas −sobre todo a los lotinas y lotinos− y que podría darle al mundo un nuevo Patrimonio de la Humanidad esté en las manos adecuadas.

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