Politización de la educación pública

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El polémico concurso para designar directores que tuvo que ser anulado en Valparaíso es indicativo del daño que se produce cuando se anteponen variables ajenas a la calidad.



La Municipalidad de Valparaíso resolvió dejar sin efecto los tres concursos públicos que había convocado con el fin de designar a 15 directores de escuelas y liceos de la comuna, los cuales tuvieron lugar entre octubre de 2019 y enero de 2020. La razón se debe a una serie de irregularidades que fueron detectadas en el proceso, que incluso motivaron una presentación ante la Contraloría General de la República. Los hechos se detonaron luego que la investigadora del CEP, Sylvia Eyzaguirre, denunciara estos hechos a través de una columna publicada en este medio, la que generó amplias repercusiones. En dicha publicación se hizo presente -entre otros aspectos- que todos los postulantes seleccionados tenían vínculos de amistad con la directora del área de educación, o vínculos políticos con el Colegio de Profesores o el Frente Amplio.

El informe jurídico que encargó el municipio no se hace cargo de las vinculaciones políticas, pero sí acredita una serie de irregularidades formales en el proceso, así como la existencia de evaluadores que debieron haberse inhabilitado debido a los vínculos o cercanía con algunos de los postulantes. Aun cuando es acertado que dicho concurso haya sido anulado, el episodio deja en evidencia las dificultades a la que está expuesta la educación pública. Sería ingenuo suponer que la caída experimentada en las últimas décadas -pasando desde el 54% de la matrícula del país el año 2000 a solo el 36% en 2019-, se deba exclusivamente a las dificultades propias de atender a estudiantes más vulnerables o a la falta de recursos. De hecho, las asignaciones presupuestarias se han incrementado cada año y las condiciones de operación que enfrenta la educación pública son similares a las de, por ejemplo, los colegios particulares subvencionados gratuitos que operan en zonas vulnerables.

Así, cabe aventurar que la verdadera barrera al mejoramiento de la calidad de la educación pública tiene que ver más con que la administración superior muchas veces anteponga la política por sobre la buena gestión educacional. Ello, a su vez, es coherente con la heterogeneidad en los resultados de distintos municipios, lo que sugiere que cuando se privilegia la calidad y el bienestar de los estudiantes, los resultados así lo demuestran, pero cuando los propósitos que prevalecen son otros, el desenlace es muy distinto.

Hoy, la comuna de Valparaíso es una de las que tiene más escuelas con mal desempeño reiterado según la ordenación que realiza la Agencia de Calidad de la Educación. Se trata de 13 escuelas que atienden a más de 2.600 alumnos, las que no han logrado evidenciar mejoras en los últimos años. El municipio debe tomar ahora las acciones que posibiliten el buen traspaso del servicio educativo hacia la nueva institucionalidad -el Servicio Local de Educación- que se hará cargo de éste a partir del año 2021. De lo contrario, se estará transfiriendo un problema que no es claro la nueva entidad sostenedora será capaz de resolver, legándole no solo las escuelas, sino también aquellos defectos que su creación suponía erradicar.

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