¡Pónganse a trabajar!

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ILUSTRACIÓN. LUIS GRAÑENA


La frase fue pronunciada con decisión por el Presidente de la República como una forma de emplazar a la oposición, aunque no estoy muy seguro a qué exactamente se refería. Una primera alternativa es suponer que Sebastián Piñera, tal cual haría un generoso estadista, está preocupado por el alicaído estado de los partidos políticos que le son adversarios en el Congreso. De esa manera, la máxima autoridad del país, inquieta por la actual situación de perplejidad y desesperanza que embarga a la ex Nueva Mayoría, concluyó que resulta indispensable que ésta recupere el rumbo y se constituya en un digno adversario para su administración. Mal que mal, cuando uno levanta la vista y soslaya las pequeñeces de la política, es evidente concluir que es sano para una democracia el contar con una oposición robusta y que le dé densidad al debate público. Con todo, sospecho que las cosas no van por ahí.

Otra posibilidad es que haya querido reclamar por la pereza de un sector político que, en el marco del mandato popular que la compele a debatir y tramitar las diferentes iniciativas legales que son sometidas a su conocimiento, esté intentando soslayar dicha tarea. Pero si ese fuera el sentido de sus palabras, la pregunta que muchos se hacen de inmediato es ¿trabajar en qué? De hecho, y si consideramos algunos de los principales ejes discutidos en la campaña, resulta imposible que la oposición se ponga a trabajar -digamos mejor, debatir y discutir- en la reforma previsional, de isapres o tributaria, pues ninguno de estos tres importantes proyectos se ha presentado por parte del gobierno. Y tal dificultad no solo afecta a la oposición sino también al gran número de representantes del oficialismo en el Congreso.

Pero también Piñera, ahora como tercera posibilidad, quizás estaba pensando en esos proyectos -muy pocos nuevos y varios antiguos- que ya están tramitándose en el Poder Legislativo; por lo que en este caso el reproche iría más por la obstrucción que por la omisión. Con todo, sería raro que el Presidente no esté informado de que, en primer lugar, muchas de esas iniciativas sí figuran en las respectivas tablas de las comisiones de ambas cámaras y, en segundo lugar, que el orden y celeridad con que se discuten depende de una herramienta de su exclusiva potestad: las urgencias legislativas.

Entonces, y dejando de comportarse como el perro del hortelano, quizás es el propio Piñera y sus ministros los que tienen que ponerse a trabajar; dando suma urgencia a las iniciativas que actualmente se discuten en el Congreso y, de una vez por todas, enviando esos proyectos que claramente muestren qué es lo que quiere hacer este gobierno.

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