Porque la salud mental importa, porque es un derecho de todos y todas



Por Catherine Neira, Psicóloga clínica del Centro de Psicología Aplicada (CEPA) y de la Dirección de Salud del Estudiante (DSE) de la Universidad de Talca

En el marco del Día Nacional del Adulto Mayor en Chile y el Día Mundial de la Salud Mental 2020 “Salud Mental para Todos y Todas: Mayor Inversión, Mayor Acceso”, que se conmemoran durante el mes de octubre, el llamado de la Federación Mundial de Salud Mental es a promover y a mejorar el acceso a ella de todas las personas, procurando que este sea equitativo, oportuno y acorde a las necesidades de la población. Esto, considerando que cerca de mil millones de personas en todo el mundo padecen patologías de salud mental y que solo un número reducido de la población cuenta con real acceso a una atención de calidad, sobre todo en países de ingresos bajos y medios.

Desde esta perspectiva, y considerando la realidad en Chile, donde según estudios previo a la pandemia 1,2 millones de adultos mayores cursaba cuadros depresivos (Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales UC y la Subsecretaría de Previsión Social, 2020) es que se vuelve especialmente relevante concientizar y visibilizar las problemáticas de salud mental que aquejan a este grupo etario, así mismo, los determinantes socio-culturales y políticos que exacerban las patologías de salud mental en dicha población.

Si bien, como sociedad hemos avanzado en reconocer la importancia de los adultos mayores para la vida en comunidad, aun gran parte de ellos sufre del aislamiento, la soledad y el abandono. También una calidad de vida insuficiente, indicadores asociados al estigma y a la vida que deben asumir tras la jubilación, con pensiones precarias que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas de salud y alimentación, donde muchos optan por mantenerse trabajando pese a las limitaciones físicas y el cansancio de llevar toda una vida produciendo. Y es que, si consideramos estas variables, no resulta sorprendente que gran parte de este grupo experimente sintomatología depresiva e incluso podría explicar las elevadas tasas de suicidio en esta población, las más altas de nuestro país.

Por mucho tiempo se ha normalizado como parte del curso natural de la adultez tardía el que las personas se depriman, lo que ha llevado a estos mismos y a sus familias a prescindir de buscar ayuda y ofrecer apoyo emocional. La mayor parte de las patologías de salud mental, de ser tratadas adecuada y oportunamente, cuentan con buen pronóstico, incluso en aquellos grupos de más avanzada edad, por lo que eliminar los prejuicios a la base de la adultez mayor contribuye a disminuir las barreras de acceso a la atención de salud mental de esta población.

Los movimientos sociales del último año y la actual situación de pandemia por Covid-19 han puesto en evidencia las profundas desigualdades existentes en nuestro país, siendo la pobreza una brecha importante que limita el acceso a tratamientos oportunos y de calidad. Por esto, hoy más que nunca es importante que la salud mental sea una prioridad para todos y todas, con especial relevancia en aquellos grupos que presentan mayor riesgo.

Como sociedad cumplimos un rol clave, participar activamente en la visibilización de la salud mental como un eje central del desarrollo de las personas, promoviendo políticas públicas que permitan un mayor acceso a quienes lo necesitan, así mismo, contribuyendo a reducir el estigma asociado a los padecimientos de salud mental.

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