Posiciones moderadas: preguntas por responder

Joaquín Lavín
Foto: Agencia Uno


No cabe duda que el gran ganador y la sorpresa de la encuesta CEP fue Joaquín Lavín y su resultado como personaje mejor evaluado. Algo que debe haber dejado a varios con cierto nerviosismo, porque adelanta de manera más o menos evidente una carrera presidencial en la centroderecha que muchos habían querido postergar. Además, obliga a sectores de la oposición a hacer una adecuada interpretación de lo que esta alza significa, para asumir el camino correcto de constituir alternativas de gobierno y proyectos de país que son deseables para la calidad del debate público y de la democracia.

Es claro, esta encuesta no mide intención de voto, por lo tanto, está lejos aún de plantear siquiera un escenario posible para la contienda de 2021, pero nos permite divisar, al menos, cuáles son las figuras que gozan de mayor conocimiento y valoración entre los ciudadanos y agrega información sobre los temas relevantes para la ciudadanía, la evaluación del desempeño del Ejecutivo y la identificación dentro del espectro político. Acá la interpretación es nítida, el Ejecutivo, incluyendo varias de sus áreas relevantes de políticas públicas, se ha descapitalizado, pero la(s) oposición(es) tampoco capitalizan esta baja. Esto, en un escenario donde un 64% de las personas no se ubica en el espectro izquierda-derecha, lo que implica un alza de más de 20 puntos en solo diez años.

¿Puede extrañar, entonces, este resultado para Lavín? Creo que no. Lejos de los discursos sobre el obstruccionismo y las disputas en ocasiones incomprensibles para una ciudadanía que mira con distancia -y a ratos desprecio- la política, el alcalde de Las Condes juega a una fórmula ya conocida. "La preocupación por los problemas de la gente" ha sido reemplazada por "si quieres llegar a gobernar Chile, lo que triunfan son las posiciones moderadas", como dijera hace algunos días para interpelar a J. A. Kast. Mirado desde la lógica y poniendo este adversario al frente, evidentemente Lavín parece un actor que proviene de la moderación.

No obstante, vale la pena preguntarse ¿qué significan las posiciones moderadas? Probablemente los significados son muchos, pero a juicio de lo que arroja la encuesta, en materia de políticas públicas los temas de delincuencia, pensiones, salud, educación y corrupción requieren respuestas sólidas, creíbles, sostenibles en el tiempo y que tengan una mirada de proyecto de país. Ello requiere resignificar la moderación, que no es sinónimo de no tener posición ni menos de eludir los debates, cuestión inevitable entrando a tierra derecha de las campañas presidenciales. En ese proceso es donde realmente aparecen las verdades.

Lo de Lavín es interesante porque parece intentar llenar un vacío que han representado históricamente las posiciones más socialdemócratas al interior de las sociedades y la nuestra no es la excepción. En ausencia de un proyecto claro desde la centroizquierda que otrora representara la Concertación y, en alguna medida, parte de la Nueva Mayoría y, ante la escasez de liderazgos nítidos, el intento por llenar ese espectro es una cuestión plausible para sectores que no han comulgado tradicionalmente con estas ideas. Eso fue el bacheletismo-aliancista en algún momento y eso explica por qué sectores de la derecha tradicional han hecho una apología de gobiernos de los que antes fueron férreos opositores.

¿Está la suerte echada para la emergencia de otras alternativas? Categóricamente no. Para ganar elecciones en Chile, más aún en un escenario donde la elección parlamentaria es concurrente con la presidencial, se necesitan coaliciones y partidos, porque ellos constituyen la fuerza de tarea relevante no solo para el desarrollo de campañas, sino también de ideas y de construcción de gobernanza en el futuro. Lo que está al debe, entonces, para todo el espectro político, y especialmente para las alternativas de oposición moderadas, es lograr construir propuestas de futuro que hagan de las alternativas en juego algo creíble. Si hay algo en lo que la brújula se perdió en política fue su capacidad de generar un espacio donde la administración del poder solo tiene sentido si los ciudadanos confían que en este lugar y no en otro, se encuentra la capacidad real de transformar la vida de las personas y las sociedades.

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