Propiedad de cuentas de AFP

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Mi columna "La ilusión de la propiedad de las cuentas de las AFP" generó algunas respuestas en este y otros medios. Agradezco el debate y respondo lo siguiente. En primer lugar, el cuestionamiento acerca de la propiedad es porque ésta efectivamente no cumple con la definición de propiedad sobre algo, dominio de uso y goce, que además está establecida en la Constitución. Ante eso, dos cosas.

Uno podría permitir que las personas puedan en algún momento de su vida tener acceso irrestricto a su fondo, y en ese caso, pudieran, como propietarios reales decidir libremente qué hacer con esos recursos. Así lo hicieron en Perú hace algunos años. Alternativamente, y algo que yo prefiero, se reconoce que no somos dueños directos de los fondos, sino que somos dueños de exigir la senda de pensión que resulta del contenido de esa cuenta. En ese caso, las cotizaciones no nos hacen dueños de un patrimonio, sino que nos hacen poseedores de un derecho a cobrar una pensión que depende de lo cotizado, como reconoce Gonzalo Restini (panelista de Radio Duna). Aquí debo aclarar que reconocer que el sistema de AFP es un sistema de pensiones y no de acumulación de patrimonio, no quiere decir que este sea un sistema de Seguridad Social, como confunden algunos(as) parlamentarios(as) de Renovación Nacional.

La pregunta relevante es qué preferimos, un sistema de pensiones de AFP que nos da derecho a cobrar pensiones en función a lo cotizado durante nuestra vida activa, o un sistema basado en los principios de la seguridad social que nos da derecho a tener pensiones dignas.

Financiar las pensiones vía sistema de AFP tiene varios problemas. El primero es la injusticia que un flujo relevante de nuestros salarios se va a unos pocos dueños de instituciones financieras que obtienen sendas utilidades. En segundo lugar, las pensiones que entrega son insuficientes para la gran mayoría de los chilenos, dado el contexto de un país altamente desigual. Adicionalmente responsabiliza a las generaciones de las crisis económicas que podrían enfrentar, y del contexto cultural y político que vivieron, lo que no tiene sentido.

Un sistema de seguridad social es uno que genera pensiones dignas por derecho. Claro que dicho derecho necesita de un sistema sostenible financieramente, por eso ninguna de las propuestas descansa sólo en reparto, como parece entender Germán Concha (abogado relacionado a la Asociación de AFP), sino que tienen un alto componente de capitalización colectiva, financiamiento mixto, institucionalidad pública (autónoma del Estado), y beneficios definidos. Así, si el 4%, y en realidad el actual 11,5%, fuera a este sistema de seguridad social, no perdemos absolutamente nada, más bien al contrario, los fondos se siguen capitalizando y al mismo tiempo tendremos derecho a significativamente mejores pensiones, sin desviar nuestras cotizaciones al enriquecimiento de unos pocos.

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