¿Cómo queremos ser valorados? Tarea de todos

santiago


Hace unos días se dieron a conocer los resultados del informe Country RepTrak® 2018, el cual mide la reputación –entendida como valoraciones, juicios y percepciones- de más de 70 países. La reputación país está definida por tres dimensiones: calidad institucional, que involucra variables como seguridad, transparencia y uso eficiente de los recursos; nivel de desarrollo, considerándose aspectos como el sistema educativo, los niveles de tecnología e innovación así como la calidad de los productos y servicios de un país; y, por último, calidad de vida, en la que se considera el entorno natural, estilo de vida y amabilidad de su gente.

De acuerdo con este informe, entre los países del ex grupo G8, Chile es el país sudamericano con mejor reputación y el tercero a nivel latinoamericano, detrás de Costa Rica y República Dominicana. Sin embargo, cuando somos valorados por nuestros vecinos, nuestra reputación retrocede al quinto lugar.

Al observar en detalle este informe, apreciamos que, si bien el puntaje global es similar, los aspectos reconocidos por uno y otro grupo son tan contrapuestos que pareciésemos estar proyectando dos países distintos. Así, por ejemplo, mientras que el grupo G8 reconoce y valora atributos como nuestro entorno natural, la amabilidad de los chilenos y nuestro estilo de vida; para los países latinoamericanos estas características son las más débiles, siendo -en contraposición a lo expresado por el grupo G8- el desarrollo económico y político-social de Chile lo más destacable. Esta disonancia que, a primera vista, parece inusual, se explica por la presencia de estereotipos y el conocimiento que cada grupo tiene sobre la realidad nacional.

Hoy, donde la reputación es reconocida como un activo estratégico para el desarrollo de los países, por su impacto en las exportaciones, atracción de inversión extranjera y aumento de la llegada de turistas, el estudio da cuenta que el aumento de un punto pulse en el ranking, tiene un impacto de un 0,9% en la llegada de turistas y un 0,3% en el incremento de las exportaciones por lo que es evidente que la percepción que generemos en los otros es clave para la competitividad de los países.

Hoy estamos frente a una gran oportunidad. Contamos con los atributos necesarios para destacar, pero debemos ser capaces de comunicarlos mejor. Por ello, el trabajo conjunto y colaborativo de los distintos actores que incidimos en la imagen de Chile, es determinante para lograr un mejor posicionamiento en el contexto global.

Suecia – primero en el ranking mundial- es un claro ejemplo de soft power, donde el tamaño del territorio ni la cantidad de su población han sido determinantes para gozar de una importante influencia mundial.

En Chile contamos con instituciones avanzadas y una buena calidad de vida, combinación exitosa para incrementar nuestra reputación país. El desafío hoy es alinear, entre todos los actores que impactamos la marca país,  la definición de cómo queremos posicionarnos en un mundo donde todos compiten por alcanzar un importante reconocimiento internacional.

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