Racionalidad pura



Días atrás tuve la oportunidad de conocer un muy buen aporte del abogado Alejandro Ferreiro, ex superintendente de Pensiones, para contribuir al debate previsional. Del mismo se colige que el sistema en la actualidad se encuentra "descalibrado", producto de los insuficientes niveles de ahorro y acumulación, y aumento sostenido de la esperanza de vida.

Como consecuencia de los fenómenos anteriores, indefectiblemente la compensación de las bajas pensiones autofinanciadas deberá provenir de aportes externos, bien sean de gasto público (derrotero proyecto de Piñera) o mediante la redistribución de cotizaciones previsionales (derrotero proyecto de Bachelet).

Hasta el jueves recién pasado, la indispensable reforma era puesta en duda por parlamentarios de oposición en su idea de legislar. Dicho en simple, negarse a debatir, impidiendo su discusión. Tal despropósito, lo que es más grave, no constituía una novedad. Hace poco más de dos años, las bancadas opositoras a la sazón se recetaron la misma actitud. La negación a debatir tuvo su hora en la comisión técnica. La buena nueva vino de la revocación de tal actitud, en la sesión del pleno de la Cámara, enhorabuena. Bien por los diputados de oposición que así actuaron; bien por los principales de los partidos, que buscaron, con negociación, abrir el debate.

La discusión del articulado será ardua; no habrá condiciones de imposición; las cesiones serán indispensables; las diferencias entre los proyectos son "relevantes, pero no necesariamente irreconciliables". Como lo señala el informe que cité, las diferencias se pueden sintetizar en: monto, destino y administrador de la cotización adicional; diseño, fuente de financiamiento y beneficios del nuevo pilar solidario.

El episodio legislativo en comentario va marcando diferencias en la forma y modo de entender el rol de la oposición. No es bueno eludir este tema, está puesto en la agenda y no por primera vez: lo estuvo en la idea de legislar de la reforma tributaria y en las fallidas acusaciones constitucionales.

Es cierto que también ha habido momentos de convergencia, pero no parece que exista un modo unívoco de actuar; aquello es un hecho de la causa. Buscar pactos, acuerdos, ni con mucho es deshonroso, es virtuoso. Así le fue mejor a Chile en el post 90. Ni de la negación a debatir de ayer, ni de la de hoy, se obtienen frutos estables. Que la racionalidad se instale en algunos, y la esperanza que vuelva y pronto en otros, es el deseo de una gran mayoría que descree de la trinchera.

No hace mucho, el senador Harboe señalaba que para las próximas presidenciales llegó la hora de una nueva generación. Razón le encuentro, pero hay que ganarse el recambio. El camino será difícil y quizás largo, pero la búsqueda de un acuerdo de centro izquierda, sin extremos, lo allana.

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