Razonamiento o decadencia



SEÑOR DIRECTOR

En estos meses, el ambiente nacional se ha polarizado. Los colores de nuestra diversidad, propio de la tradición democrática ha ido desapareciendo. La destrucción y remoción del monumento al general Manuel Baquedano es el signo de una decadencia institucional. ¿Cómo salimos de este momento, si existen sectores políticos indiferentes, tolerantes y que vacilan en condenar la violencia?

El ejercicio democrático que viene, cual es la construcción de una nueva Constitución, exige y requiere de tolerancia para administrar el conflicto, con capacidad de escuchar al adversario y debatir con argumentos, incorporar nuestra historia a partir de un diagnóstico certero, sobre las causas y consecuencias de lo que ha sucedido en nuestro país, para poder contribuir responsablemente a los cambios. Nuestro país tiene que retomar el sendero de los valores institucionales y el civismo que requiere la democracia para su ejercicio y cuya base fundante es el orden público.

Es legítimo protestar y exigir cambios, pero no es aceptable destruir el patrimonio nacional, desconocer la historia, usar la violencia y afectar la vida de los ciudadanos. Aquellos que creen que existe una única verdad y pueden imponerse a todos, son la esencia del irrespeto a la libertad. La violencia y el fanatismo no son formas legítimas para imponerse.

Nuestro país aún tiene necesidades no resueltas, pero es importante recordar que sigue siendo una de las democracias más consolidadas en Latinoamérica y que es responsabilidad de todos cultivar, mantener y preservar.

Marta Canto Castro

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