Razones y emociones



SEÑOR DIRECTOR

A propósito de la muerte del connotado científico y pensador, Humberto Maturana, La Tercera recordó sus opiniones. Dentro de ellas, en 2012 afirmó que “nunca las guerras resuelven los conflictos humanos, porque no son de la razón sino de la emoción, y se resuelven solamente en las mesas cuando hay conversación y respeto”.

Por supuesto, es vital evitar las guerras como medio de solución de conflictos. Sin embargo, su fundamentación contiene solo parte de la verdad. No solo las razones, sino la emoción juega un rol (quizás más importante) en la toma de decisiones. Psicólogos y economistas conductuales, como Richard Thaler (“Empujón” 2009, “Portarse mal” 2015) reconocen a la emoción como el principal motor de decisiones. Esto lo sostenía ya Blaise Pascal en el s. XVII (“el corazón tiene razones que la razón desconoce”).

Así, aunque las sociedades lleven a cabo un diálogo racional, ello no es garantía de la paz social o de la durabilidad de las estructuras. Si un sector se “siente” (emoción) engañado o en desventaja, de poco servirá una lista de las “razones” (razón) que se le den. Es por esto que un discurso frío que ametralla cifras y gráficos, aunque perfecto en su lógica, no logrará calar en la sociedad ni asegurar la paz social. De poco me sirve que me expliquen que estoy bien (aunque lo esté) si no lo siento. Después de todo, la felicidad se basa en el match entre la expectativa y la precepción de la realidad.

Quizás aquí se encuentre una de las razones del fracaso del modelo actual de convencer a grandes sectores de la población de las bondades del sistema.

Marcelo Muñoz Perdiguero

Abogado

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