Reactivación sostenible

Economistas elevan sus proyecciones de crecimiento para este y el próximo año

Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES) Universidad del Desarrollo

Cuando el gobierno ya se alista a iniciar el último año de su gestión, luego de un difícil período en el que ocurrieron cosas tan inesperadas como el desborde que surgió a partir de los fenómenos de violencia del 18-O de 2019, y luego la pandemia que empezó a azotar al mundo durante 2020, causando ambas una fuerte contracción en los niveles de actividad y empleo, la pregunta que cabe hacerse es cuáles deberían ser la prioridades para los próximos doce meses en el ámbito económico.

La evolución de la pandemia muestra que la recuperación no va a ser tan fluida como inicialmente se esperaba. Siendo muy incierto el panorama en esta materia, como también la posibilidad de que se logre avanzar masivamente en el proceso de vacunación, no debería sorprender que la ansiada recuperación en forma de “V” termine aproximándose a una “L” más prolongada, o incluso a una “W”. En este marco, tres deben ser las preocupaciones en el corto plazo: protección a las familias, apoyo a las empresas con viabilidad económica que enfrentan problemas de liquidez, y fomento al empleo. En los tres casos ya se ha avanzado en el perfeccionamiento de los instrumentos diseñados con este propósito, de manera que lo clave va a ser estar atento para responder con agilidad cuando las circunstancias lo ameriten. Especial énfasis debería colocarse en el tema del empleo, ya que lo que muestran las cifras es una evolución menos favorable que la que se esperaba, no obstante la recuperación de puestos de trabajo que ha habido. Se observa una situación especialmente desfavorable en el caso de las mujeres. En este cuadro, más allá de las medidas de protección e incentivo que puedan adoptarse, fundamental va a ser avanzar hacia una más rápida reinserción de los niños y jóvenes en las actividades escolares, ampliándole así el horizonte a quienes deseen participar nuevamente en la fuerza de trabajo. Todo esto, con el debido cuidado, y si las circunstancias lo permiten.

Dicho todo lo anterior, es fundamental no perder de vista que los esfuerzos de recuperación deben ir acompañados de un contexto que permita lograr una reactivación que sea sostenible, porque es eso lo que el país necesita. No hay que olvidar que los niveles de actividad a fines de 2022 no serán muy distintos de los que había en 2019 -un retroceso de tres años-, y a partir de ahí la capacidad de crecimiento se proyecta entre 1,5% y 2%, lo cual significaría un estancamiento en términos per cápita. Es imperativo recuperar el camino perdido y mejorar el potencial de crecimiento de la producción y el empleo. Si ello no ocurre, no será posible mejorar las condiciones de vida de la población, se generará una frustración monumental, y la búsqueda de soluciones facilistas terminará por imponerse. Es esto lo que está en juego.

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