¿Rectificar?

(Photo by MARTIN BERNETTI / AFP)

Gabriel Boric llamó a los comunistas a rectificar en su respaldo a las elecciones presidenciales realizadas en Nicaragua. Un proceso electoral donde siete de los candidatos opositores terminaron tras las rejas y cuyo resultado fue cuestionado por la comunidad internacional. ¿Es posible rectificar una opinión que expresa convicciones sobre la democracia, los derechos humanos o la justicia social? ¿Es así de fácil cambiar de posición, salir a negar con un mínimo de credibilidad lo que pocas horas antes se defendía?

La verdad es que no, salvo que lo exigido sea solo una farsa que todo el mundo sabe que lo es. Demandar un cambio público de convicciones se asemeja a los arrepentimientos exigidos por una autoridad religiosa, una simple formalidad que nunca podrá poner en riesgo las creencias, salvo que exista un genuino y sincero arrepentimiento. ¿Por qué Boric exige al PC algo que él y todos saben que es una petición absurda, sin sentido, que no se puede cumplir? Por una razón muy simple: el candidato presidencial tiene claro que las ideas y convicciones del PC están dañando la viabilidad electoral de su candidatura. E ingenuamente piensa que con una simple rectificación formal puede convencer a la opinión pública de que los comunistas no creen lo que creen y no apoyan lo que apoyan.

Pero la vida no funciona así y Boric no tendrá más remedio que aceptar que el PC defiende lo que defiende: al régimen de Nicaragua y, también, las dictaduras en Cuba y Venezuela. Los comunistas son lo que son y cuando se acepta integrar una coalición con ellos, no corresponde exigirles que cambien de opinión o de convicciones. No serían comunistas si no respaldaran al régimen cubano y al de Venezuela, si no escribieran cartas de condolencias a Corea del Norte el día que fallecen sus líderes.

Cuando se apoyan dictaduras es muy improbable que sus defensores no sepan lo que ocurre u ocurría en ellas. Se las apoya sabiendo que violaban los DD.HH., que negaban las libertades e impedían la democracia. En realidad, son muy pocos los que de verdad podrían alegar desconocimiento de las atrocidades que se cometían en la Cuba de los Castro o en el Chile de Pinochet. Los que defendían esos regímenes esgrimían razones para justificar, explicar o contextualizar los horrores. Luego, se puede cambiar de opinión; es legítimo que en función de la perspectiva que otorga el tiempo y nuevos antecedentes, las personas lleguen sinceramente a cuestionar lo que antes apoyaron. Pero eso no tiene nada parecido a una rectificación utilitaria, exigida al calor de conveniencias electorales.

Gabriel Boric no puede exigirle al PC una “rectificación” sobre sus convicciones. Es él quien acepta que ellas no impiden construir alianzas y proyectos políticos conjuntos. ¿Por qué las convicciones que los comunistas tienen sobre Cuba, Venezuela o Nicaragua no son ni fueron un problema para que Boric los integre a un pacto de gobierno? Eso es lo único que hoy tiene sentido explicar.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.