Recuperar el diálogo


Señor director

La fascinante caricatura elaborada por el profesor Felipe Schwember en su carta de ayer es sintomática de las dificultades que enfrentan actualmente algunos de nuestros debates, y que vuelven difícil cualquier discusión. Por un lado, me atribuye -aunque  fuera indirectamente-  una serie de tesis que nunca he suscrito; y, por otro, intenta reducir nuestras diferencias a mi supuesta ignorancia. Me acusa, además, de confundir sexo con género, cuando es precisamente el proyecto de ley el que pretende identificarlos.

¿Cómo retomar desde allí algo parecido a un diálogo? Pues bien, y a riesgo de parecer majadero, la primera condición es tomarse en serio la plausibilidad del punto de vista contrario y renunciar a moralizar constantemente nuestras divergencias. La crítica al proyecto de identidad de género en su estado actual no implica negar que haya problemas graves por resolver, ni busca imponer un modo de vida. Solo exige tomarnos en serio los efectos que un proyecto de esta naturaleza tiene sobre la colectividad, porque la autonomía individual es insuficiente como categoría para dar cuenta de este tipo de fenómenos. Nada más, ni nada menos.

Discutir con horribles e inexistentes fantasmas -que responden exactamente a nuestros estereotipos- puede ser fácil, ingenioso y eficiente desde el punto de vista retórico, mas no es seguro que contribuya mucho a la deliberación democrática.

Daniel Mansuy

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.