Referentes femeninos

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Ilustración: Alfredo Cáceres


Luego de la reciente designación de su gabinete ministerial, España se sitúa como el país con mayor presencia femenina en sus ministerios, con la destacable particularidad de que se han entregado a mujeres carteras como Hacienda, Educación, Justicia, Economía y Defensa - entre otras - lo que constituye una señal inspiradora para muchos países que hoy tenemos la aspiración de una sociedad más justa y equitativa.

Las mujeres nos hemos incorporado al mercado laboral de forma masiva y si bien en teoría tenemos las mismas oportunidades que nuestros pares, lo cierto es que la realidad indica algo diferente. Hay pocas mujeres en las esferas de poder, lo que se repite en prácticamente todos los  ámbitos de la actividad profesional.

El mercado del trabajo replica la disparidad asociada a la diferencia de sexo y la carga de responsabilidades que se asignan a las mujeres se proyecta en el ámbito laboral. Según The Future of Job, reporte elaborado por el Foro Económico Mundial, las principales barreras pasan por la falta de balance entre vida personal y trabajo; prejuicios conscientes de género ; carencia de modelos a seguir del género femenino; reducida oferta de talento femenino calificado y aspectos como la confianza y aspiraciones de las propias mujeres.

Sin duda las causas son muchas, pero hay un denominador común que pasa por la multiplicidad de roles y responsabilidades que culturalmente están entregados a las mujeres y que dificulta poder avanzar profesionalmente al competitivo ritmo que demanda el mercado laboral, dejando fuera de las esferas de decisión a mujeres que debieran ser referentes para las nuevas generaciones que están decidiendo dónde buscar su realización personal y proyectar su futuro laboral. Los referentes  son determinantes a la hora de detener la pérdida sostenida de talento femenino. Si no vemos mujeres en sitiales de decisión y poder, inevitablemente nos excluimos pensando que esos lugares están vetados para  nosotras.

Si bien en Chile las mujeres hemos ido ganando cada vez más espacios de participación en ámbitos de decisión públicos y privados,  nuestra representación en cargos de elección popular y la oportunidad de contribuir desde el Ejecutivo, aún es escasa.

En el Congreso las mujeres representan el 23% de sus miembros, luego del debut de la Ley de cuotas de género con sistema proporcional e inclusivo, que permitió a los partidos políticos presentar listas algo más equilibradas en cuanto al género, lo que se tradujo en que las candidatas a cargos parlamentarios representaran un 41,3% en la última elección parlamentaria de noviembre de 2017. El incremento de  6,8 puntos porcentuales en la participación femenina en estas elecciones debiera poder replicarse en elecciones municipales y de consejos regionales.

Por su parte, en el Ejecutivo contamos con siete mujeres ministras, lo que es un avance respecto de las cinco que se desempeñaron en este cargo durante la primera administración del presidente Sebastián Piñera y un leve retroceso si lo comparamos con las nueve ministras designadas por la presidenta Michelle Bachelet  en su segundo mandato.  Aún cuando estas cifras  puedan parecer insuficientes, lo cierto es que el camino recorrido es bastante auspicioso, ya que desde la abogada Adriana Olguín -primera mujer ministra  que se desempeñó en el Ministerio de Justicia durante el mandato de Gabriel González Videla – hasta quienes hoy componen el gabinete, ha existido una considerable aceleración en la voluntad de generar  espacio a la participación y contribución  femenina en este ámbito.

El ejemplo del gobierno español constituye un paso importante en favor de la diversidad de talentos, rompiendo la habitual tendencia de la sociedad  de  bascular hacia lo masculino. De los diecisiete ministros once son mujeres,  sin duda  tanto ellas  como las valiosas mujeres que en nuestro país  han desempeñado cargos en la conducción pública, así como las que hoy los ejercen, serán un significativo referente que contribuirá a redefinir los límites y romper el techo de cristal de nuevas generaciones.

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