Reforma en salud: no más de lo mismo

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Foto: Archivo


El gobierno anunció tres reformas claves durante su mandato: tributaria, pensiones y salud. Las dos primeras ya fueron presentadas y son relativamente conservadoras. Esto es esperable, dado que el gobierno no cuenta con mayoría parlamentaria y en ambos temas tiene diferencias profundas con la izquierda. Sin embargo, la situación en salud es distinta.

La población considera, según la encuesta CEP, que salud es uno de los tres problemas al que el gobierno debería dedicar el mayor esfuerzo. Los problemas que se observan en el área de salud son de distinta índole. Existen problemas de recursos (déficit de camas hospitalarias y de especialistas, e ineficiencias en su distribución), de gestión en el sector público y de diseño institucional, entre otros. En los primeros dos problemas se puede avanzar hasta cierto punto sin proyectos de ley, pero el último exige una reforma profunda. Sería deseable que en este ámbito, que impacta de forma tan directa el bienestar de las familias, el gobierno se la juegue.

Existe consenso en la necesidad de abordar el diseño completo del sistema de seguros de salud, que incluye tanto al sector privado (isapres) como al estatal (Fonasa). La actual ley exige un aporte obligatorio del 7% para salud. Con ese 7% mínimo las personas pueden comprar un seguro privado o estatal. Sin embargo, los precios de los planes más económicos de las isapres superan el 7% del salario promedio en Chile, dejando a más de la mitad de los chilenos sin posibilidad de elegir. Además, ellas pueden rechazar a personas y no cubrir las preexistencias. Estas desiguales condiciones entre aseguradoras llevan a que el 80% de las personas esté afiliada a Fonasa y solo el 20% a isapres. Las isapres prestan servicios a personas con mayores ingresos, menores índices de morbilidad y reciben casi tres veces más recursos por asegurado por concepto de aporte individual que Fonasa (las personas afiliadas a isapres aportan en promedio el 10% de su salario). Fonasa, en cambio, atiende al 80% más vulnerable de la población con tasas más altas de morbilidad y con considerablemente menos recursos por persona. Esta desigual distribución de la morbilidad y del financiamiento hace que el sector estatal no sea sustentable y al sistema en su conjunto, ineficiente e injusto.

Cada subsistema (privado y estatal) tiene sus propios nudos críticos y el debate público ha tendido a concentrarse en cada uno de ellos por separado. Sin embargo, el problema de fondo no se va a resolver, si seguimos pensando a las isapres y a Fonasa como estancos independientes. De ahí que exista acuerdo entre los expertos en avanzar hacia un plan universal de salud. Este plan universal consistiría en un paquete de servicios y beneficios (o de soluciones a problemas de salud) con una calidad mínima al cual todos los chilenos tendrían acceso. El plan podría ser provisto tanto por Fonasa como por las isapres (como se observa en otros países desarrollados) y habría libertad de elección para todos. Este plan común sería financiado igual que ahora, con contribuciones salariales y aportes del Estado, pero requiere de un fondo de compensación de riesgo para que el financiamiento se distribuya en función del riesgo de morbilidad de los afiliados. Este plan universal puede ser complementado con planes adicionales. Este nuevo modelo tiene la ventaja de ser más equitativo, eficiente y sustentable.

En una reforma de esta envergadura la gradualidad es fundamental. Sería aconsejable partir por introducir modificaciones a las isapres y a Fonasa por separado, junto con crear un fondo de compensación de riesgo para luego avanzar hacia un sistema integrado. Este podría ser el gran legado de este gobierno, pero para ello se requerirá convicción y voluntad política, pues el enemigo está dentro de la casa.

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