Regreso del MAS al poder en Bolivia

Luis Arce asumirá un país profundamente dividido y sumido en una severa crisis económica que obliga a apostar por un camino de diálogo y búsqueda de acuerdos.



Como se ha vuelto costumbre en los últimos años, las encuestas volvieron a fallar. Pese a que los sondeos adelantaban una segunda vuelta entre el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, y el expresidente Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC), las cifras dijeron otra cosa. El ex ministro de Economía de Evo Morales y abanderado del MAS será el próximo Mandatario boliviano, tras haber obtenido un claro triunfo en primera vuelta. Con más del 75% de los votos computados, Arce obtiene un 52%, frente al 30% de Mesa, una ventaja irremontable que ya adelantaron los conteos rápidos del domingo y llevaron a un pronto reconocimiento del triunfo por parte de sus rivales.

La victoria de Arce se sustenta en gran parte en su labor como artífice de lo que algunos consideran “el milagro boliviano” y en una oposición que fue incapaz de conformar un frente común para competir contra el MAS. Apoyado en el súper ciclo de los commodities, durante su periodo en el cargo Bolivia logró incrementar en más de un 300% su PIB y redujo la pobreza de 60% a 37%. Sin embargo, en los últimos años el fin del periodo de bonanza llevó al país altiplánico a incrementar sostenidamente la deuda externa pública, que hoy es la más alta de su historia. Como consecuencia de ello, Arce llegará ahora al poder en un escenario mucho más frágil, con un país endeudado, un PIB que, según estima el FMI, retrocederá 6,2% este año a causa de la pandemia y un desempleo cercano al 11%. Además, el país acumula seis años de déficit fiscal promedio de 7% y un aparato productivo estancado. Dificultades que se suman a la profunda división que enfrenta la sociedad boliviana, acrecentada durante los años de gobierno de Morales a causa de su estilo confrontacional y personalista que debilitó aún más las ya frágiles instituciones del país.

Lo anterior plantea un serio desafío de gobernabilidad que exige al futuro Mandatario enmendar los errores de los 14 años de gobierno del MAS, mostrar mayor disposición al diálogo y no reeditar los excesos cometidos durante ese periodo. No hay que olvidar que Evo Morales se presentó a la pasada elección pese a que la mayoría de los bolivianos se había opuesto en 2016 a una enmienda constitucional que le permitía hacerlo. En ese sentido, constituye una buena señal las palabras del propio Arce y de varios dirigentes de su partido que han hecho un llamado a hacer un gobierno de unidad y a corregir las fallas del pasado, advirtiendo incluso de la inconveniencia de un pronto retorno del exmandatario, quien enfrenta cerca de 30 procesos judiciales en el país.

Esta actitud da muestra, además, de realismo político, porque si bien aún no se conocen los resultados definitivos del Congreso, todo apunta a un poder legislativo donde el MAS no contará con la mayoría de 2/3 que tenía en el pasado, lo que exigirá un mayor esfuerzo de negociación del nuevo Mandatario y también de la oposición, la que tiene ahora por delante un importante esfuerzo de rearticulación.

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