Regulación de las tasas de intercambio: Buscando el adecuado equilibrio

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Hace pocos días terminó la tramitación del proyecto de ley que establece el mecanismo mediante serán fijadas las tasas de intercambio máximas a ser cobradas por los emisores en el mercado de medios de pago a través de tarjetas de crédito, débito y prepago en Chile. Con esta ley, el sistema de pagos en Chile comienza a transitar desde su esquema histórico, basado en un único adquirente integrado con los principales bancos emisores, hacia un modelo de cuatro partes en el que se diferencian las actividades de emisión de las de adquirencia. Todo esto en un entorno en el que se espera pueda desarrollarse mayor competencia en cada una de estas actividades.

Los modelos de cuatro partes deben ser entendidos como “plataformas de dos lados”, en las cuales se proporcionan servicios en dos niveles o grupos de intervinientes, facilitándose su interacción. Este modelo supone la participación de cuatro intervinientes: el emisor, quien suele ser el banco del titular de la tarjeta; el titular de la tarjeta; el comercio en el cual se realiza el pago; y el adquirente, que es la entidad que procesa los pagos con tarjeta y que permite la conexión entre emisores y adquirentes con el operador del sistema o marca de tarjeta.

Una de las principales características de un mercado de dos lados es que genera externalidades en los grupos intervinientes y son abordadas a partir de la fijación de un sistema de precios, el cual, con tal de atraer a usuarios de un lado del mercado, internaliza dichas externalidades entre grupos. Así, por ejemplo, cuando un consumidor paga en un comercio, su elección sobre escoger tarjeta o efectivo es de su exclusivo dominio, pero su elección afectará también al comercio y a todos los intervinientes del sistema. Entonces, una buena forma de administrar estas externalidades es con el establecimiento de tasas de intercambio que equilibren de manera ponderada los intereses entre los distintos intervinientes de un modelo de cuatro partes y que promueva efectos financieros deseables, como la inclusión financiera producto de una mayor bancarización.

Así las cosas, las tasas de intercambio impactarán directamente en el uso y la tenencia de tarjetas, por lo que es indispensable que éstas se encuentren fijadas correctamente con miras a potenciar la adopción de medios de pago electrónicos en vez de desincentivar su uso. Una tasa baja puede ser muy atractiva para los comercios, pero desincentivar a los emisores, con lo cual podría haber muchos establecimientos comerciales dichosos de recibir tarjetas; pero, en contraposición, podría no haber bancos o instituciones financieras interesadas en emitir este tipo de tarjetas. Cuando tanto el mercado emisor como adquirente son perfectamente competitivos, entre los intervinientes del modelo se transmite la tasa de intercambio desde los emisores a los titulares y desde los adquirentes a los comercios, propiciándose, además una mayor penetración de tarjetas en los consumidores.

Será clave en este sentido que las tarifas equilibren de buena forma los intereses de todos los actores que participan de este mercado. Pero, ¿Cómo generar un desarrollo equilibrado de este modelo? La ley recientemente aprobada contempla la creación de un Comité Técnico cuya misión es, precisamente, definir una tasa de intercambio adecuada a la realidad chilena. Dicho comité estará compuesto por 4 personas: una designada por el Banco Central, otra por la Comisión para el Mercado Financiero, otra por la Fiscalía Nacional Económica y una última por el Ministerio de Hacienda. Este Comité tendrá a su cargo la labor de fijar, justamente, los límites de las tasas de intercambio. La función a desempeñar por este comité es de tal importancia que es de esperar que el proceso de definición de las tasas de intercambio atienda a criterios esencialmente técnicos para sustentar su determinación. Bajo esta lógica, es crucial que este proceso sea conducido de manera sofisticada y sin prisa, abocada en un estudio exhaustivo tanto de la experiencia comparada como de las particularidades del sistema de pagos en Chile, contando con el tiempo necesario para recabar la información suficiente para definir estándares ajustados a la realidad local, evitando así medidas populistas o de corto plazo que beneficien más a uno de los intervinientes en desmedro del equilibrio del modelo. Será necesario que la metodología adoptada considere la naturaleza de cada uno de los intervinientes en el mercado, favoreciendo la innovación y propiciando así el mayor bienestar social posible.

- El autor es economista

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