Robots en el Congreso Nacional

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Hace rato que se viene produciendo una extraña alianza entre robots y políticos. Bachelet mostró, en su momento, una clara debilidad por ellos: "Geminoid H1", el androide japonés del Congreso del Futuro 2016; "Watson", del año siguiente; y "R.I.C", el gato mecánico también nipón, que la abrazó de vuelta en 2018 ("Oh, oh…"), aunque la segunda vez después que le soplaron cómo había que despertar semejante cariño. "Max", una versión seguramente más avanzada, en cambio, se fue de tesis esta semana ante la Comisión de Ciencias y Tecnología de la Cámara. Dijo el autómata, "Renuncia Pepe Auth", pero a juzgar por lo que añadió -"las máquinas podemos hacer tu pega"- hizo igualmente prescindible al resto de los "honorables", quienes solo se rieron. Nadie calificó la "visita" como lobby (ni el senador Girardi).

En Europa, uno de cuatro encuestados confía más en la inteligencia artificial (IA) que en políticos. Robots podrían sustituir a Boris Johnson, Orbán o Trump. Se cree que serían más racionales, informados, y menos narcisistas o susceptibles a corromperse una vez en el poder. Quién sabe. Los robots son, quizá, más predecibles que los políticos. Hay una viñeta muy divertida en un número del New Yorker de 2015 en que un robot consulta una bola de cristal y le dice a otro robot: "Continuará realizando las mismas tareas repetitivas que siempre ha realizado". Los robots son tan muñecos de ventrílocuos, sus programadores (que lo confirmen Trump, Cambridge Analytica o Zuckerberg), como los políticos sujetos a lobby, think tanks o la calle, amén que vulnerables a "data leaks", "cyber-attacks" y errores computacionales.

¿Existirán ciborgs -pseudohumanos asistidos o dependientes de dispositivos mecánicos- ya en el Congreso? Se ha sabido de adictos a copy-paste pillados por "bajar" material de Internet sin reconocer autoría a fin de confeccionar proyectos de ley. ¿Es que, ahora, se pretende "mejorar" la tecnología eliminando a senadores tan chabacanos y recurriendo a androides teledirigidos mediante circuitos furtivos a prueba de radares (stealth technology)?

Viene esta semana un artículo en The New Yorker en que muestra cómo la IA es capaz de anticipar textos que podrían servir para escribir un artículo para dicha revista, estilo incluido, parecido a cuando teléfonos inteligentes corrigen u ofrecen alternativas de redacción (leen la mente del que teclea). Un universitario en un curso de filosofía, debidamente respaldado con IA, podría responder preguntas sobre el pensamiento de Platón, y hasta corregirlo, como si Sócrates contestara. Mi amigo melómano que siempre me ilustra me cuenta que han completado la "Inconclusa" de Schubert basándose en algoritmos derivados de la propia música del vienés. Un disparate. Los políticos debieran tratar de controlar esta tecnología.

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