Señor Presidente: ni tan bueno, ni tan necesario



SEÑOR DIRECTOR

La idea que la democracia, como gobierno del pueblo, es la única forma de gobierno legítima es reciente y fue ampliamente aceptada solo desde la segunda mitad del siglo XX.

Pese a esto, durante este período distintas democracias en distintos países sufrieron en manos de aquellos que portan armas. Pero las democracias no solo pueden morir abruptamente en golpes de estado. Por ejemplo, las elecciones, aunque sean justas y libres, no son suficientes para la democracia. Ésta también requiere que sus ciudadanos sean mínimamente competentes. Y la ciudadanía podría perder paulatinamente su competencia hasta el punto que un gobierno sea democrático solo en el nombre. La democracia puede morir de varias maneras.

Ahora bien, es claro que un sujeto puede tener cáncer y saber que su vida está seriamente en riesgo, pero la causa de su muerte ser el disparo que recibe un 11 de septiembre. Aunque existía la posibilidad de que este muera de su grave enfermedad, lo que terminó súbitamente con su vida fue el disparo. Y, seguramente, el hecho que el sujeto estaba gravemente enfermo y que el que apretó el gatillo estaba completamente convencido de que la situación del enfermo era insostenible, no cambia en nada lo que hizo cuando apretó el gatillo: asesinó a un sujeto.

Piense ahora que el sujeto es la democracia. Ese 11 de septiembre murió abruptamente y la causa directa de su muerte, cualquiera sea la razón del disparo, no fue su patología. No parece tan bueno, ni tan necesario, recordar la grave enfermedad que padecía la democracia en la conmemoración de su asesinato.

Leandro De Brasi

Director Magister en Filosofía UAH

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