Seremos capaces

La Constitución. Foto: Pablo Ovalle Isasmendi / Agencia Uno.


Por Paulina Vodanovic, presidenta de Horizonte Ciudadano

Faltan 78 días para el plebiscito que dará inicio al proceso constituyente. Según IDEA Internacional, desde febrero a la fecha, se han realizado elecciones nacionales o referéndum en 32 países. La principal enseñanza: es totalmente posible tener una jornada eleccionaria sin poner en riesgo la salud ni de electores ni de vocales de mesa. Lo que varía es la tasa de participación. En el caso chileno, queremos una nueva Constitución legítima, que revitalice nuestra democracia. Para ello, debe votar la mayor parte de las personas habilitadas para hacerlo. ¿Estamos haciendo lo necesario para que eso ocurra? Falta mucho aún.

Primero, necesitamos un compromiso real, creíble, del gobierno. Por un lado, para una tramitación legal y confección de normativas en los menores plazos. Por otro lado, para conducir una campaña masiva que informe con absoluta claridad y se eviten rebrotes que pongan en riesgo la realización del plebiscito del 25 octubre. Segundo, falta que la dirigencia política entienda, transversalmente y de una buena vez, que es esencial para la democracia que aseguremos un proceso constituyente impecable. Algunos parecen esperar un segundo estallido para tomar el peso de la situación: no hay otra opción disponible para canalizar pacíficamente las demandas que se levantan con fuerza. Tercero, empecemos a dialogar sobre las mejores opciones para el Chile que queremos en las próximas décadas. Es cierto que es precisamente la conversación en la que debemos encontrarnos con el proceso constituyente.

Pero ojo: cuanto antes empecemos, más ayudaremos a reducir la incertidumbre y a dar conducción a las demandas que se acumulan. ¿Qué demandas? Tienen que ver con la organización del Estado, desde cómo se descentraliza hasta cómo da mayores atribuciones a la ciudadanía para controlar a sus autoridades. Desde reconocer la paridad de género al reconocimiento cultural, político y territorial indígena. Desde los servicios que vamos a garantizar a los derechos que serán exigibles. Se relacionan con el grado de intervención privada en la economía y con los bienes que queremos dejar en un régimen público. Es decir, cuanto más demostremos voluntad de adentrarnos en temas que llevan años debajo de la alfombra, más estaremos canalizando pasiones y construyendo certezas. Es hora de contestar a las preocupaciones de las y los compatriotas: ¿cuánto nos comprometemos a proteger a las personas?, ¿el agua o los recursos mineros serán productos en manos de la especulación o seguridades para el futuro?, ¿quiénes tomarán las grandes y pequeñas decisiones?

El tiempo corre. ¿Seremos capaces de convertir el plebiscito más importante desde la recuperación de la democracia en palanca para nuestro desarrollo en común? No hay otra opción que trabajar para que así sea.

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