Shiny happy people

Alfredo Moreno


Con una clase media emergente, frágil y temerosa; con la masiva llegada de inmigrantes en búsqueda de una vida digna; y con tantas personas que aún viven inmersos en la precariedad material y espiritual, la pobreza todavía sigue siendo un desafío vigente que pide a gritos nuestros esfuerzos como nación.

En esa línea, el proyecto "Mapa de la vulnerabilidad", que impulsará el nuevo ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, servirá para rascar la alegre superficie en que pareciera desenvolverse la vida de muchos chilenos –como describe la canción Shiny happy people de R.E.M.- mientras otros sobreviven en la fragilidad que su pobreza les carga. En otras palabras, esta iniciativa será fundamental para destapar verdaderas crisis humanitarias que conviven entre nosotros, que vemos, pero no miramos y que van más allá de la carencia material.

Iniciativas loables como éstas pueden perecer en el olvido, entre archivadores empolvados, si es que no son capaces de dibujar un rostro verdaderamente humano en lo que se quiere descubrir. Lamentablemente, esta objetivización de los problemas se produciría principalmente por una aproximación unidireccional hacia la pobreza, es decir, por considerar que ésta puede entendérsele solamente a través de una aproximación meramente técnica-racional, la cual, sin duda es importante en cuanto instrumento, pero es, al mismo tiempo, insuficiente para abordar todo el problema.

En otras palabras, de nada sirve contar pobres, si no somos realmente capaces de descubrir quién es ese pobre, quién es la persona real a la que se quiere ayudar, cuáles son sus gustos, sus costumbres, sus sueños y desesperanzas. Y luego, conociéndolo y entendiéndolo, todo nuestro esfuerzo será en vano si no lo invitamos a nuestra casa, a la sociedad, a un todo. Una lección importante nos la dio el Papa Francisco en su visita a Chile, especialmente en el santuario de San Alberto Hurtado, en donde no solo compartió con "no-pobres", sino que lo hizo con residentes de las hospederías pertenecientes al Hogar de Cristo. ¿Qué quiere decir esto? Que no basta con hablar de la pobreza, estudiarla y afirmar públicamente una pretensión de superarla, si no la conocemos realmente, si no tiene rostro y si no la consideramos en nuestro día a día.

Así, para que las políticas públicas sean efectivas y realmente públicas, no basta con diagnosticar carencias y hacer visible lo que permanece invisible. Por el contrario, deben dirigirse tanto al hecho objetivo y material que explica la pobreza y a los sujetos que la viven, como a todos los otros que la observamos desde nuestra cotidianeidad.

En consecuencia, nuestro problema, más que la carencia de datos, información o técnica, es la falta de dolor, de conocimiento, de empatía y de preocupación. De ahí que el desafío de este nuevo período presidencial no es ser el gobierno de los mejores, sino el gobierno de los pobres, ese que los entendió y que evitó que fueran una parte folclórica del paisaje nacional.

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