Sin talento y con suerte

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Fotos: Agencia UNO


Curiosamente, la ex Nueva Mayoría, pese a los paupérrimos números de las encuestas, tiene posibilidades reales de llegar al poder en el 2022. Esto pese a que las figuras más valoradas están en la derecha. En el caso del CEP, su encuesta muestra una gran ventaja en valoración para el alcalde Lavín y en la encuesta Criteria, que mide intenciones presidenciales, José Antonio Kast se ha mantenido todo este año entre los primeros en las opciones.

Si es así, ¿cómo entonces se produce el milagro que lleve a la centroizquierda al poder? Hay que recordar la debilidad del alcalde Lavín, fuera de su zona de confort llamada Municipalidad de Las Condes. Su desempeño en los ministerios que le tocó en la administración anteriores fue deficiente, y en su última campaña senatorial, pese a la profusión de recursos, no logró ganarle a un entonces poco conocido Francisco Chahuán. Es cierto que ahora el alcalde ha desarrollado políticas públicas donde lee correctamente el rechazo al exceso de ideologismo por parte de las personas, pero sigue estando en su vecindario más cómodo.

Por otro lado, fiel a la tradición de la derecha, la pugna Kast-Lavín puede ser mortífera. En el conservadurismo chileno lo común es la guerra sin reglas por el poder, con filtraciones en los medios, revisiones hostiles de la vida privada y todo tipo de operaciones sangrientas. Basta recordar la ascensión y caída de Laurence Golborne, quien tenía mucho en común con el actual alcalde Joaquín Lavín. Un daño colateral de estas contiendas es la imagen de gobernabilidad de la derecha. ¿Si se tratan así, como podrán gobernar juntos?

La baja popularidad de la administración Piñera es también una amenaza. El Presidente leyó en el cambio de gabinete que el problema no era él, sino ministros que no iban en su impulso de poner al país en marcha. Si no logran cambiar las cosas en La Moneda manteniendo el alto poder en asesores, como en el caso de las relaciones exteriores, las cosas no van a cambiar; con los riesgos consiguientes en la elección del 2021.

Por otro lado, más allá de sus habilidades mediáticas, el movimiento de José Antonio Kast no se ve posible en el poder. El país se ha vuelto mucho más defensor de sus propias libertades y menos confesional de como se ve desde los republicanos. La sola presencia de JAK en la papeleta en segunda vuelta movilizaría a muchos electores dormidos que no querrán una doctrina basada supuestamente en la familia, pero que tiene mucho de totalitaria.

Pero vale preguntarse entonces cuál es la centroizquierda que podría arribar al poder. ¿Serán capaces de gobernar Chile los mismos que contaron los votos en el PS y miraron hacia el techo con las acusaciones de narcotráfico? ¿Podrán dar señales de responsabilidad política los mismos diputados que votaron en contra de un tratado de comercio negociado por el propio gobierno de Bachelet? ¿Dará las suficientes señales de equilibrio la DC que no lee bien lo que apoya y termina haciendo el ridículo como en las votaciones de pensiones?

La generación que creció llevando el maletín de los próceres de la Concertación no aprendió mucho de ellos, ni tampoco se les rebeló como lo hizo en España Pedro Sánchez o lo intentó en Chile Marco Enríquez-Ominami. Los veteranos sobrevivientes del laguismo parecen dedicados a esconder sus medallas para que no se enojen las redes sociales. Pese a que la suerte podría favorecerles, pareciera a veces que no quieren llegar al poder.

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