Socialistas

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Fue en 1984, cuando tenía 31 años, que asistí a una reunión de la izquierda chilena en Buenos Aires. Éramos muchos (¿unos 200?). Algunos veníamos de Chile y otros desde el exilio. Yo iba preocupado. Mi forma de pensar había evolucionado y sentía que no era el mismo.

En ese encuentro, en un debate sobre el período de la UP, intervine desde el público. Señalé que el desequilibrio fiscal del primer año fue irresponsable. Que el sueño de un país mejor se perdió cuando se desbocó la economía. Que si el corto plazo no está bajo control, los mejores sueños se transforman en las peores pesadillas. Terminado el debate se acercaron varios, la mayoría desconocidos para mí, que me agradecieron por haberlos interpretado. También se acercó Carlos Matus, el exministro del Presidente Allende, quien señaló, con la mirada triste y emocionada, que cuando él asumió fue como subirse al carro de una montaña rusa en pleno movimiento. Que el daño ya estaba hecho. Durante el resto de la jornada de ese fin de semana sentí la calidez interior de estar en casa.

En 1986, Carlos Ominami, ya vuelto del exilio, me invitó a participar en la comisión económica del Partido Socialista-Briones. El socialismo se había pulverizado, y cada facción llevaba el apellido del presidente de turno. Era un momento especial para Chile y para la oposición a la dictadura. Varios partidos, entre ellos el PS-Briones, habían decidido participar unidos y organizados en el plebiscito que habría en 1988. La idea era aprovechar esa oportunidad para deshacerse de Pinochet y, en caso de ganar la opción "NO", preparase desde ya para gobernar. En eso estaba yo, desde Cieplan. Nunca había participado en un partido, pero entendía que, de retornar la democracia, los cambios se harían desde la política. Acepté con entusiasmo la invitación de Carlos. En 1989, dentro del esfuerzo de reunificar el socialismo, nos integramos con la comisión económica del PS-Correa y, rápidamente se fueron sumando otros participantes que provenían de facciones como los MAPU y la Izquierda Cristiana. La reunificación se hizo desde las comisiones económicas y se formó un grupo muy bueno. De nuevo me sentí en casa. Firmé mi ficha del PS, todavía legalmente proscrito, en 1989.

Yo me siento socialista pero hace rato que no entiendo al PS. La política es el medio a través del cual se puede aspirar a un mejor país en democracia. Pero no entiendo cuál es la conexión con el interés de Chile cuando el PS eligió a Alejandro Guillier por sobre Ricardo Lagos como su precandidato en la última presidencial; o cuando parece avergonzado de haber participado en la Concertación; o cuando nadie da una explicación razonable sobre qué pasa con el PS en San Ramón, cuando todo es táctico y nada es estratégico.

También siento que soy un demócrata. Pero eso no implica que deba ser condescendiente con la frivolidad de la política. Es todo lo contrario.

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