SOS Nicaragua

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Como que nadie quiere estar consciente de la tragedia que se vive en Nicaragua. ¿Acaso el dolor de miles de nicaragüenses vale menos? Es hora de levantar la voz y denunciar el horror que están viviendo y recibiendo la solidaridad de muy pocos en el mundo.

Daniel Ortega ha establecido un poder sin límite, basado en el compadrazgo y la corrupción. Las olas de protestas estallaron por intentar reformar el sistema de pensiones, aumentando las contribuciones de obreros y dueños de empresas, para que la recaudación cayera en un fondo que es administrado por él mismo y sus más cercanos. Pese a que la decisión fue retirada, volver atrás para la calle era imposible. Los estudiantes y los más vulnerables no quieren volver a más de lo mismo. Ortega ahora quiere adelantar las elecciones para el 2019 y ganar tiempo para tratar de legitimarse. Solamente logra lo contrario. Se demuestra que no tiene respeto alguno por las instituciones.

El régimen no se contiene con poco. Hijos y señora son directores de empresas estatales y controlan el acceso a cualquier cuota de poder. La familia dirige las Fuerzas Armadas. La corrupción y el estilo venal de dirigir el país como si fuera de su propiedad no resisten análisis alguno. Transparencia Internacional ubica a Nicaragua en el lugar 151 de 180 países medidos. Es un país sin estado de derecho.

La población se levantó ante la indignación que provoca ser sometida a excesos diarios. El derecho a expresarse es reprimido sin ninguna contemplación, no solo por las fuerzas del Estado, sino también por paramilitares de dudoso origen. Son muchos los reportes y la evidencia creíble que sale al exterior y en donde se muestra la violencia del actuar de estos grupos. Son ya más de 180 personas muertas por la acción directa de un régimen que olvidó la democracia, los derechos humanos y también el decoro. Perdieron el pudor al reprimir. Pero cada represión está llegando a oídos en el extranjero. Es por esto que las instituciones internacionales deben ejercer la presión adecuada para el pleno restablecimiento del estado de derecho en el país. El régimen y la familia Ortega deben enfrentar a la justicia por lo ocurrido. Los organismos contralores y legislativos deben hacerse cargo del país. Los que hoy abusan y detentan el poder han perdido toda legitimidad democrática.

Como siempre son los más pobres los que sufren. Hoy son el cuarto país de más bajo desarrollo humano en América Latina. Es por esto que cuando la corrupción y la represión caen encima de los más indefensos, más escandaloso resulta. Nicaragua nos pide actuar. Es un llamado de emergencia. De la comunidad internacional y de nosotros depende que seres humanos se salven. De nosotros depende que Daniel Ortega entregue el poder y el Derecho se reestablezca. La indiferencia es impunidad.

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