Stephen Hawking, el científico ateo de espíritu invencible



Amor, fuerza que mueve al sol y a las demás estrellas." (Dante, la Divina Comedia)

El reciente fallecimiento del reconocido físico y cosmólogo inglés Stephen Hawking, ha reflotado el inigualable aporte a la ciencia que éste entregó al mundo, sólo comparable con el que hizo en su época Albert Einstein. Pero tal vez, lo que más se ha destacado de su figura y legado, fue que ese trabajo, brillante e inagotable, fue desarrollado en medio de una gran adversidad. En efecto, Hawking, tuvo la fortaleza para elevarse sobre sus propias circunstancias y las limitaciones de su cuerpo enfermo (como sabemos, a los 21 años fue diagnosticado de ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica), alcanzando los mayores logros  posibles de alcanzar en su disciplina y además, demostrando un entusiasmo y un sentido del humor admirables. Cuando nos llenamos de excusas para perseguir nuestros sueños y concretar nuestros proyectos, debido a los obstáculos que percibimos en el camino, es bueno recordar a Hawking y su ejemplo de resiliencia a toda prueba. Él nos recuerda que los mayores obstáculos nos los ponemos nosotros mismos.

Ampliamente difundida fue la condición de ateo de Hawking (quien siempre abierto al diálogo, aceptó ser parte de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano), quien postulaba que para la creación de numerosos universos a partir de la nada, no era necesaria la intervención de un ser sobrenatural, ya que los universos múltiples "surgen naturalmente de las leyes físicas". Encuentro curioso este caso en que un hombre que ha demostrado con su testimonio de vida cómo el espíritu supera y trasciende la materia, que al mismo tiempo, elija negar la existencia de todo ámbito espiritual. Sin embargo, somos libres y ¡viva esa libertad!

William Carrol, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford, escribió el 2010 un artículo acerca de su connotado compatriota. Dicho artículo, llamado "La confusión de Stephen Hawking" fue publicado por la revista Humanitas en nuestro país. En éste, se refiere a la afirmación del libro The Grand Design ("El Gran Diseño") - que en ese momento, había sido recién publicado – acerca de que el motivo por el cual algo existe es la creación espontánea y no la nada, por lo que, no es necesario invocar a Dios para poner el Universo en marcha. Carrol planteaba que muchos cosmólogos piensan, que si se descarta la ocurrencia de un hito como el Big Bang, se elimina la necesidad de un creador. Niegan la necesidad de un dios, porque consideran que "ser creado" implica un comienzo temporal. Ello implica, que los científicos a favor de la teoría del Big Bang, serían más proclives a aceptar el diseño de una mente inteligente al comienzo de todo, mientras quienes lo niegan, descartan la existencia de este dios. Porque el Universo, como lo concibe Hawking, es autónomo, no tiene límites, ni comienzo ni fin, simplemente "es".

William Carrol refuta esa tesis, desde la metafísica, estableciendo importantes distinciones. El mundo tangible, de las ciencias naturales, desde las partículas atómicas hasta las galaxias, está en permanente cambio. Como sabemos, la materia, no aparece ni desaparece, sino que se transforma. Ya sea estos cambios sean biológicos o cosmológicos, sin principio ni fin, siempre constituyen procesos. Esto la ciencia lo ha demostrado fehacientemente. La Creación, en cambio, desde el punto de vista metafísico, no es un cambio, sino que es la causa radical de la existencia de todo cuanto existe. Es decir, nada utilizó Dios para crear el Universo. La Creación, no implica poner el Universo en marcha, en palabras de Hawking. "La creación no es principalmente un hecho distante (un big bang), sino más bien, la totalidad en curso de lo que causa la existencia de todo cuanto es. En este mismo instante, si Dios no estuviera causando la existencia de todo lo que es, absolutamente nada sería. Es decir, la Creación corresponde al origen del Universo, no a su comienzo temporal. Ciertamente, es importante reconocer la distinción entre origen y comienzo."… El mundo interconectado y – por así decir – horizontal de las cosas que cambian, no debería confundirse con la dimensión vertical de la Creación, de la cual la existencia misma de lo horizontal sigue dependiendo. Tanto el orden como el diseño, el azar como la contingencia son propios del reino horizontal, mientras que la realidad misma de todas las cosas, depende del eje vertical." (William Carrol)

Y es sólo este infinito Universo en marcha, en cambio y transformación constante, el que puede ser objeto de estudio de la cosmología, la física, la biología evolutiva y otras ciencias exactas. Se han logrado encontrar las leyes y ecuaciones que explican el asombroso orden que encontramos tanto en un átomo como en un sistema solar. Las condiciones precisas en que es posible la vida, las que, si cambiaran un ápice, la extinguirían. Estas ciencias, no abordan las interrogantes metafísicas de la Creación (lo por qué y para qué), no dicen por qué existe algo, en lugar de la nada. Pero para Carrol, así como es un error negar la Creación desde la cosmología, también es un error recurrir a la cosmología para confirmar la Creación.  Encontramos científicos que ven en la estructura y orden del Universo el indicio de la existencia de Dios -postura teísta- y existen aquellos que consideran que el universo se creó a sí mismo -postura atea-. Pero la ciencia no entrega, en definitiva, prueba irrefutable de la existencia o no de una inteligencia creadora.

"Como físico me fijo en la naturaleza de una manera particular. Veo un Universo ordenado y hermoso, en el que casi todos los fenómenos físicos se pueden entender a partir de simples ecuaciones. Veo un Universo en el que si se hubiera construido algo diferente, nunca habría dado luz a las estrellas, o los planetas y mucho menos a las bacterias y a los seres humanos. Y no hay ninguna buena razón científica de porqué el Universo no fue diferente. Muchos científicos a partir de estas observaciones, han llegado a la conclusión de que es más probable que un Dios inteligente haya creado un Universo de tanta belleza, simplicidad y con las propiedades para generar vida. Muchos otros científicos, igualmente buenos, son ateos. Ambas conclusiones son posturas desde la fe, no la ciencia." (William D. Philips, Premio Nóbel de Física 1997).

Imposible es comprobar la existencia de Dios. Sin embargo, los cristianos, tenemos una ventana a través de la cual podemos acercarnos a este misterio. Jesucristo, de cuya existencia tenemos pruebas históricas y hasta científicas, dijo que quien lo ha visto a Él ha visto al Padre. Contemplar Su vida, escuchar Sus palabras, aprender de Sus enseñanzas y sus gestos misericordiosos, consternarnos con Su pasión, muerte y resurrección en esta Semana Santa, nos da un indicio de que si existe un Dios, es el AMOR el que está detrás de todo cuanto existe.

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