Un super-poder ciudadano

MARCHA


De las muchas sensaciones y emociones que se han brotado a borbotones estos días siempre surge la natural tentación de buscar culpables, apuntar con el dedo y rasgar vestiduras ante la evidencia de un sociedad tan desigual y con tantas injusticias como, parecemos haber recién descubierto, es la nuestra.

Pero también pensamos que es necesario y urgente que cada uno de nosotros se pregunte que puede hacer para ayudar a construir una sociedad mejor.  Claro está, no existen fórmulas mágicas ni recetas únicas, pero nosotros en Late! creemos firmemente que un rol clave lo tenemos cada uno en nuestra elección de compra.

¿Por qué? Porque las empresas tienen una gran influencia en nuestra sociedad, y porque a pesar de la buena intención que tengan y las buenas acciones que realicen (algunas muy genuinamente, otras más bien a regañadientes) la tentación de obtener una mayor rentabilidad a la que las empuja el sistema capitalista puede terminar sobrepasando, ya lo hemos visto, el cerco ético de los buenos propósitos.

Es aquí donde resulta fundamental el rol del ciudadano. ¿Por qué? Porque a pesar de toda su influencia y poder, y gracias al mismo sistema capitalista, las empresas son extremadamente vulnerables a la elección de los ciudadanos. Si los ciudadanos dejamos de elegir los productos o servicios de una determinada empresa porque no nos gustan sus prácticas sociales o ambientales, entonces esa empresa se verá obligada a cambiar su comportamiento, no por sus buenas intenciones, sino porque, dada su vulnerabilidad, necesitará hacerlo para sobrevivir. Y por el contrario, si nosotros como ciudadanos premiamos a las empresas que le hacen bien a la sociedad, entonces esas empresas florecerán y serán exitosas, prevaleciendo sobre las otras.

El ciudadano resulta clave entonces para que las empresas dejen de competir por ser las mejores empresas del mundo y comiencen a competir por ser las mejores empresas PARA el mundo, que es la aspiración central del movimiento de las empresas B, del cual somos orgullosos miembros en Late. Cuando eso ocurra tendremos avanzado un buen tramo hacia una sociedad más justa y equitativa.

¿Qué se necesita para que esto suceda? Pensamos que dos cosas: primero que los ciudadanos puedan informarse del comportamiento real de las empresas. Imaginemos, sólo a modo de ejemplo, que en la etiqueta de cada producto existiera, junto al cuadro nutricional, un cuadro de aporte social real de la empresa: cuánto beneficio es aportado anualmente por cada 100gr de producto, cuál es la huella de carbono generada, cuál es la equidad de salarios dentro de la compañía, etc.  Lo segundo que se necesita es que los ciudadanos, a partir de esa información, comencemos a ejercer nuestro derecho de preferir aquellas compañías que, además de buenos productos y buenos precios, sean capaces de ofrecer un mayor valor social adicional. Esto forzaría a las empresas a esforzarse al máximo en "cambiar su formulación", al igual como lo están haciendo para reducir azúcares o grasas, para captar la preferencia de los ciudadanos.

Nuestra misión como Late! es precisamente poner a disposición del mercado productos 100% solidarios que sirvan como un instrumento para que los ciudadanos puedan manifestarse a través de su elección de compra. Gracias al apoyo ciudadano, en estos 10 años hemos donado más de $870 millones a más de 50 fundaciones sociales que apoyan a las personas más vulnerables de nuestro país, y vamos por mucho más. Sabemos que estos números, aunque nos llenan de orgullo, no cambiarán la realidad del país, pero sí sirven para alimentar la esperanza de que los ciudadanos podemos usar las fuerzas del mercado para nuestro bien, y que si lo hacemos consciente y masivamente estaremos empoderados de una herramienta práctica y poderosa para construir una sociedad más justa y humana.

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