Taiwán

REUTERS/Dado Ruvic/Illustration


Por Teodoro Ribera Neumann, rector Universidad Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores

La guerra civil China entre nacionalistas de Kuomitang y comunistas culminó con la derrota de los primeros en el año 1949 y su posterior refugio en la isla de Taiwán, surgiendo así la República Popular de China (RPC) en el continente y la República de China en Taiwán. El gobierno nacionalista persistió en Taiwán, pues la capacidad bélica comunista era insuficiente para derrotar el manto protector norteamericano.

Si bien el gobierno de Kuomitang controlaba solo Taiwán, una parte menor del territorio y de la población china, detentó ante la ONU y hasta el año 1971 la representación de toda China, cuando la Asamblea General revirtió esta situación.

Durante muchos años, tanto la RPC como el gobierno en Taiwán reclamaron ser los únicos y legítimos representantes del pueblo chino, excluyendo a la otra parte. El reconocimiento internacional de la RPCh fue largo y tortuoso, pues importantes estados continuaron reconociendo al gobierno chino en Taiwán como el único legítimo. A la fecha, solo existen alrededor de 15 Estados que aún mantienen relaciones diplomáticas con la isla..

En diciembre del año 1970, el gobierno del Presidente Salvador Allende inició relaciones diplomáticas con Beijing. Por su parte, el gobierno de Estados Unidos, en un movimiento estratégico para frenar a la Unión Soviética reconoció igualmente al gobierno chino comunista en el año 1979 como legítimo representante del Estado chino, manteniendo una situación imprecisa respecto de Taiwán, pero brindándole protección militar.

Para China, reunificar el Estado es un objetivo nacional, aceptando incluso dos sistemas diversos, lo que es complejo, especialmente en cuanto al sistema político y la comprensión diversa del rol de los derechos humanos.

Cuando en Taiwán mandaba el Kuomintang, se mantenía como un baluarte la unidad del Estado chino, si bien cuestionaban la legitimidad del gobierno comunista. Hoy, con el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, ese principio ha comenzado a desmoronarse y el independentismo surge como una opción política futura.

Una declaración de independencia de Taiwán es cruzar un límite que no será aceptado por Beijing. La visita “privada” de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América a Taiwán fue un gesto político innecesario e inconveniente. Es más, la respuesta militar de la RPC sobre el espacio aéreo y marítimo controlado de facto por Taiwán generó un bloqueo naval temporal efectivo sobre la isla, situación que expone con claridad tanto el creciente poderío chino como la fragilidad de Taiwán.

La conservación de las fronteras y la integridad de los estados es un elemento central del orden internacional, que también constituye un principio básico de nuestra política exterior. Tener claridad en los principios y en los grandes objetivos nacionales es fundamental para evitar situaciones indeseadas en temas de gran sensibilidad internacional.

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