Tempranas señales de desgaste en el equipo político

GONZALO-BLUMEL_WEB


Transcurridos poco más de dos meses desde que el Presidente de la República se vio en la necesidad de modificar la composición de todo el equipo político -en el contexto de un profundo cambio de gabinete, que implicó cambios o enroques en ocho ministerios-, el diseño político parece estar entrando en una temprana etapa de desgaste, a la luz de la menguada aprobación ciudadana -Interior, Secretaría General de Gobierno, Segpres y Hacienda han ido retrocediendo- así como por los resultados algo esquivos exhibidos hasta ahora.

Ciertamente a este equipo le tocó enfrentar el desafío mayúsculo de asumir en plena efervescencia del llamado estallido social, cuando la violencia, los saqueos y las masivas manifestaciones pusieron al gobierno en una situación crítica. La necesidad de reflejar un cambio en las prioridades y lograr un nuevo aire para esta administración hicieron entonces ineludible el cambio de gabinete, y fue llamativo que el Mandatario apostara por el recambio generacional, colocando los dos ministerios clave -Interior y Hacienda- en manos de Evópoli. Las muestras de renovado vigor que al inicio mostró el nuevo equipo político han dado paso a una conducción errática, que sigue dejando dudas respecto de la orientación que se quiere dar al gobierno de Chile Vamos, así como de la capacidad para maniobrar en un ambiente político de especial complejidad, como el que se anticipa a partir de marzo.

Llama la atención que el ministro del Interior haya estado ausente de dos temas centrales bajo su responsabilidad, como son la buena coordinación entre el gobierno y los partidos políticos -algo que sería indispensable, atendido el clima de confrontación que ha prevalecido las últimas semanas al interior de Chile Vamos- así como el control del orden público, gravemente erosionado desde octubre pasado. Aun cuando es valioso que esta cartera haya buscado establecer un diálogo directo con organizaciones que han estado detrás de las movilizaciones masivas, y en general muestre un tono más conciliador, en la medida que el vandalismo continúa presente en distintas intensidades -el viernes hubo un nuevo atentado incendiario en contra de una iglesia, perteneciente a Carabineros- el Ministerio del Interior está fallando en su tarea más importante.

La falta de vocerías más activas y las manifiestas dificultades de la Secretaría General de la Presidencia para lograr mejores vínculos con el Congreso y tomar un rol más protagónico en la tramitación de los proyectos de ley han impedido a La Moneda exhibir logros concretos frente a la ciudadanía. El Ministerio de Hacienda, por su parte, pese a los esfuerzos por contener las presiones de gasto y alertar sobre la necesidad de mantener los equilibrios fiscales, en los hechos ha liberado cuantiosos recursos y parece haberse allanado a no insistir en reformas indispensables -es el caso tributario- para que la economía retome el crecimiento.

Aun cuando pueda parecer desproporcionado que a tan poco andar se exijan resultados más inmediatos a un equipo ministerial, lo vertiginoso de los tiempos actuales hace que ello sea inevitable, sin demasiado margen para dar pasos en falso. La estrategia inicial a la que apostó el nuevo gabinete, de aparecer cediendo ante todos los petitorios y de hacer concesiones ilimitadas a la oposición, ya carece de originalidad y resulta poco ambiciosa para efectos de sustentar un proyecto político diferenciador. Es indispensable que a la brevedad se observen resultados más concretos en aquellas áreas de especial sensibilidad para la ciudadanía, y la gestión política se vuelva a perfilar. Al Presidente de la República, como responsable último de este diseño, le cabe hacer las correcciones o enmiendas del caso.

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