Terminal 2 en Valparaíso

VALPARAISO: Septimo dia de paro portuario
Panorámica del Puerto de Valparaíso. Foto: Rodrigo Saenz / AgenciaUno.


Ante la decisión de la empresa TCVAL de no continuar con su concesión en el puerto de Valparaíso y de no hacerse cargo de la expansión del Terminal 2 surgen al menos, dos perspectivas. Primero, una perspectiva de carácter social, cultural y de intereses de personas y grupos, ya que se ha introducido la idea que el crecimiento de la actividad portuaria, con la llegada de grandes barcos, generará una "zona de sacrificio ambiental".

Estos mismos detractores también han ofrecido proyectos alternativos, similares en tamaño al propuesto. Es decir, el frente opositor al proyecto es heterogéneo en sus intereses y filosofías.

Por otra parte está el tema de carácter político estructural. Al parecer, nada de lo concerniente a los beneficios del trabajo portuario queda en el puerto. Las oficinas navieras se ubican en Santiago, no colaboran con su presencia en la ciudad y los impuestos por tonelada de carga no quedan a disposición de Valparaíso. Una desterritorialización de la producción.

Esta cuestión elemental pareciera fácil de enmendar. Pero no lo es, en la concepción actual de cómo debe ser y como se encuentra organizado legalmente nuestro mercado económico.

En otras sociedades capitalistas y de libre mercado, como por ejemplo la sociedad alemana, si es posible armonizar el desarrollo con el cuidado de la ciudad. Es el caso de Hamburgo. Es interesante saber cómo las relaciones de privados y autoridades a cargo de la ciudad se relacionaron con el tema portuario, elaborando un plan de muchos años, en el cual la dirección es de las autoridades de la ciudad a través de sus cuerpos técnicos y de la ciudadanía.

Es la ciudad la que dispone y planea la reconversión cuidando los aspectos económicos y a sí misma. Cuidando también que su opinión sea garantizada correctamente y no se transforme en acciones de presión, que mediante ese mismo actuar, adquieren poder. Espacio que les otorga este estado de cosas de un libre, demasiado libre mercado, en el cual, las directrices de las autoridades parecieran ser líquidas. Así, las acciones de presión, pueden ir perfilando un modo de hacer ciudad, tremendamente negativo y que va ahuyentando cualquier bien que se quiera hacer con la ciudad. Recuperar las confianzas sociales es muy difícil.

A lo anterior se suma la falta de instrumentos que permitan orientar un crecimiento adecuado de la ciudad, así como de instrumentos validados para recoger la opinión de los habitantes en plenitud.

Si se ha proyectado un terminal que permite aumentar la carga en el puerto de Valparaíso, significa que es una inversión rentable. Si es rentable y afecta al conjunto de la ciudad ¿Cuáles son los beneficios para ésta y sus habitantes?

A fines del siglo XIX e inicios del XX se construyeron enormes obras de ingeniería en Valparaíso, como el Molo de abrigo, las avenidas Alemania y Altamirano, o el encauce de numerosos ríos que bajaban de las quebradas, constituyendo la estructuración urbana de la ciudad. La reconstrucción después del terremoto de 1906, entregó la impronta urbanística a la ciudad.

En aquellos años del inicio de la irrupción del desarrollo capitalista territorializado, eran posibles dichas inmensas obras. Pareciera ser que un poco de obligación a territorializar algunos sectores de desarrollo del país, como el portuario, es justo y necesario para Valparaíso.

Es una cuestión política en el más amplio sentido de la palabra y una responsabilidad de los propios habitantes de la ciudad, a ser capaces de generar mecanismos y obras, tal como esta ciudad las llevó a cabo hace 100 años.

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