El test de la confianza

paridad de género


Terminó un año sorprendente, que se cerró en un punto sideralmente distinto de cómo empezó. Ya se han hecho los balances y aparecen las hipótesis sobre lo que viene. Y si bien todos los sectores esperan cambios, a la mayoría de las personas nos cuesta imaginar cuál será su signo.

Un cambio que está en el horizonte cercano es la Constitución, partiendo de una hoja en blanco. Nos enfrentamos a una enorme posibilidad que es, también, una gran interrogante. Remar a favor implica confiar en que actuaremos como una sociedad madura, capaz de abandonar las odiosidades y de llegar a consensos. Capaz de dejar de lado consignas vacías y optar por lo que, efectivamente, será mejor para la gran mayoría. Una sociedad dinámica, con visión de futuro y decidida a abrir un amplio acceso a las oportunidades.

Y la demanda por paridad es quizás el mejor barómetro de confianza que ha surgido en estas semanas. Lo que está en cuestión, al fin y al cabo, es si realmente hay disposición a redistribuir el poder. Y eso, en la opinión de muchos analistas, es el tema central de este estallido social y el test más duro para determinar si nos estamos moviendo realmente del punto en que todo explotó.

Además de la razón clarísima de reparar una desigualdad, nos hemos jugado a fondo por la paridad porque creemos que es bueno para Chile y una de las grandes palancas de cambio que tenemos. Una palanca que, efectivamente, saca la conversación de la elite homogénea, mayoritariamente masculina, que viene de un puñado de colegios y universidades y, por lo tanto, no ve sus cegueras porque, al margen de sus diferencias, comparte un sentido común básico. Es ese sentido común el que se ha quedado corto, porque a pesar de las buenas intenciones que pueda haber, no ha sabido ponerse en el lugar de las personas que no se sienten escuchadas ni tomadas en cuenta.

Al ampliar la participación de la mitad de la población que está subrepresentada, se provoca un cambio real en la balanza de poder que, además, es transversal. Hoy un 92% de la población lo percibe cuando se declara partidaria de una Constituyente Paritaria, según Cadem. El proyecto aprobado en la Cámara para este fin entra ahora a las Comisiones de Constitución y de Mujer y Equidad de Género del Senado. Ambas, actuando en conjunto, deben llevarlo a la próxima etapa, para que sea aprobado en enero y lleguemos con paridad al 8 de marzo 2020. Ello permitirá que el plebiscito de entrada tenga las reglas del juego claras.

Aprobar la paridad para la próxima convención (constituyente o mixta) debiera descomprimir el ambiente como una percepción de cambio real. De paso, nos permite analizar la forma en que los políticos abordan la irrupción de las mujeres, porque claramente la sociedad va más avanzada que sus líderes en la aceptación de estos cambios. Como inicio de una nueva etapa, la paridad será un signo potentísimo de que estamos dispuestos a confiar.

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