Todo cambia, pero...



Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

Mientras fenómenos como la irrupción de nuevos rostros y de una nueva generación en diversas instancias de poder y decisiones que buscan desplazar malas prácticas y generar mayor transparencia en la gestión pública y privada han ido ganando espacio en el escenario público, otros hechos como el bochornoso proceso de elección de un candidato o candidata presidencial en la llamada “Lista del Pueblo”, demuestra que los malos métodos y estilos también encuentran espacio donde se busca superar una cultura política en crisis. Estos episodios, junto a otros que se han ido desarrollando en el curso de las últimas semanas, evidencian el largo trecho que falta por recorrer para consolidar un cambio estructural en Chile. Entre otras cosas, porque las buenas intenciones, la representación social o la pertenencia a cualquier tipo de instancia de poder, no bastan para provocar cambios reales y porque la necesidad de modificaciones societarias son el signo de que las demandas libertarias, de tolerancia y mayor igualdad se instalan en todas las latitudes, también a raíz de los inclementes embates de la naturaleza provocados por la propia especie humana.

En los últimos años, las señales de transformaciones en el mundo y en Chile han sido drásticas y variadas, anunciando un cambio de época y de ciclo del que se habla mucho más de lo que se asume en su significado de fondo. Solo baste decir que la globalización, que a buena parte del sector intelectual asustaba por el temor a que tuviéramos un mundo formateado por el predominio de las grandes potencias, terminó generando un despertar identitario que hoy se expresa en una multiplicidad de demandas por un justo reconocimiento a una diversidad que, lejos de disminuir, ha ido creciendo y despertando con el curso de los años.

Hoy la “realidad” es un concepto fuertemente tensionado por el peso de los datos o de las percepciones ciudadanas conmocionadas por la instantaneidad de la noticia y la generación de cambios importantes en diversos lugares que impactan en otros, como lo que ocurrió, por ejemplo, con el fenómeno mundial del grupo “Las Tesis”.

Los cambios urgentes que se requieren en Chile no pueden ni deben ser abordados solo con discursos, buenas intenciones o con la errónea idea de que dependiendo del sector social del que se viene o la experiencia práctica que se tenga, se resuelve la consecuencia con el compromiso o la idea. Tratar de representar al pueblo no es lo mismo que ser pueblo, ni se es independiente porque alguien así se autodenomine, ya que unos y otros devienen de una cultura dominante del último siglo que aún no ha sido reemplazada.

Sería injusto no reconocer las grandes transformaciones que está viviendo el país, sin embargo, es claro que Chile solo va a ingresar a una nueva etapa cuando todo esto vaya acompañado de una nueva conciencia social y política, que en Chile aún está en pañales. En suma, lo “viejo” solo será desplazado verdaderamente por lo “nuevo” cuando los cambios tengan un sentido mucho más refundacional que lo que se ve hasta el momento.

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