Tu nombre es mi recuerdo

Aborto embarazo
Foto: Luis Sevilla


El jueves pasado en La Moneda, se comenzó a materializar un anhelo por el que como Colectivo hemos venido trabajando durante años:

El anuncio sobre la iniciativa que busca terminar con la prohibición de darle un nombre legal al hijo que nace muerto o muere en el parto; la llamada "Ley Mortinato: Tu nombre es mi recuerdo".

En nuestro país los padres que atraviesan la pérdida de un hijo antes de nacer o durante el parto, además de vivir el dolor de una pérdida tan importante en sus vidas deben lidiar muchas veces con un trato indolente frente a su dramático proceso por parte de la sociedad, y en especial, del Estado. Ellos no solo reciben la noticia de que el hijo que esperaban está muerto, sino que se ven inmersos en un sistema de salud que no cuenta con protocolos de atención para sus casos, viviendo situaciones de tratos inadecuados o directamente violentos al momento del nacimiento de éste. A esto se suma la tramitación que viven para certificar su muerte, retirar su cuerpo, inscribirlo en el registro civil y recibir el pase de sepultación para quienes deciden enterrarlo.

Durante todo ese largo camino deben aceptar una y otra vez que su hijo es un NN, pues la ley prohíbe nombrarlo.

La falta de programas de apoyo en la salud mental para estas familias, así como esta imposibilidad de validar una existencia que para esas madres significó una transformación vital, tiene consecuencias muy tristes actualmente: altas tasas de depresión, intentos de suicidio, deserción laboral, rompimiento de parejas y desestabilización familiar.

Algunas organizaciones de la Sociedad Civil que trabajamos en maternidad y duelo, hemos canalizado este sentir y comenzado a buscar cambios que humanicen esta realidad. El primer paso: poder nombrar legalmente a un hijo.

Este requerimiento, surgido de una experiencia dolorosa común, no es más que exigir un trato humano a quien sufre la pérdida de un ser querido, siguiendo el ejemplo de leyes ya existentes en países como España y Alemania, donde se han creado registros especiales para hijos fallecidos antes de nacer. Gracias a la receptividad de diputados de todos los sectores políticos que en abril de este año nos oyeron y apoyaron, así como al Ministro de Justicia y la la Subsecretaria de DD.HH., el ejecutivo dio el necesario impulso que esta ley requiere para ser discutida en las cámaras. Este hito es una tremenda alegría para miles de personas que buscábamos ser escuchadas desde hace tiempo. Las mismas que hace casi 3 años atrás llevamos a la Moneda en una carta dirigida a la presidencia, que no obtuvo respuesta.

Esta causa no sigue lineamientos ideológicos ni se trata de un debate filosófico. Tampoco responde a creencias específicas, sino que tiene una adhesión transversal tanto en términos políticos como valóricos. Su fuerza reside justamente en reclamar algo muy esencial y básico, que es promover una cultura empática, respetuosa y con enfoque de derechos.

Poder nombrar a un hijo es un derecho, y el sentido inicial de la ley que lo impedía (tal vez algún ordenamiento de tipo patrimonial) hoy puede ser desestimado. Al menos así lo creemos quienes pensamos que una ley no debiera prohibir algo que va en beneficio de personas que necesitan apoyo y que no causa daño alguno a los demás.

Así, hoy estamos esperanzados de poder ver aprobado este proyecto, al no encontrar ningún obstáculo objetivo que impida que prospere, toda vez que éste no tiene implicancia en ningún otro aspecto de nuestro marco legal y es voluntario,

mientras que su concreción tendría un efecto protector y reparador para tantas madres y padres cuyas decisiones y duelo merecen ser respetados.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.