Un anhelo y un desafío



Por Pía Mundaca, directora ejecutiva de Espacio Público

La semana pasada, Ipsos y Espacio Público presentaron una encuesta acerca de las condiciones para un plebiscito seguro, la cual entregó información valiosa y diversa sobre el proceso constituyente. Me gustaría destacar un anhelo y un desafío que quedan claramente en evidencia.

En relación con la pregunta “cuál es la palabra que se asocia con lo que sienten los encuestados frente al proceso político que se inicia el 25 de octubre”, el 41% señala que es una “oportunidad de cambio”, seguido por el 19% que declara “esperanza” y el 12% “incertidumbre”. Los sentimientos negativos fueron muy minoritarios. No deja de llamar la atención que en un año tan complejo como el que hemos vivido, donde la crisis sanitaria ha generado una profunda crisis económica y la incertidumbre ha reinado en la gran mayoría de los hogares de nuestro país, el camino para una nueva Constitución sigue siendo el espacio donde se reúnen los distintos deseos de que “las cosas cambien”. Durante los meses de diciembre y febrero participé de distintos talleres constitucionales realizados en diferentes tipos de organizaciones sociales. En todas esas reuniones había un genuino deseo de construir un mejor país y que la cotidianidad de muchas chilenas y chilenos, que en muchos casos está repleta de dificultades, fuera escuchada. Como muy bien dijo Manuel Canales en este mismo diario, “el proceso constituyente abre un camino para encauzar y dar forma a esa esperanza”.

En segundo lugar, la encuesta plantea un desafío enorme. A menos de 60 días del plebiscito, el 47% de los encuestados señala “estar poco o nada informado sobre las alternativas posibles para cambiar la Constitución”. Como era de imaginar, a menor nivel socioeconómico menor nivel de conocimiento sobre las alternativas. El acuerdo que permite que hoy estemos ad portas de un plebiscito nace de la constatación de que había que revincular a la ciudadanía con las instituciones políticas y las reglas del juego. Para que el proceso constituyente responda a los motivos que lo originaron, habrá que asegurar conocimiento y participación en todos los rincones del país.

Indudablemente, en un contexto de pandemia, las campañas tendrán que innovar sobre cómo llevar el mensaje a distintas audiencias. Hablarle a los convencidos y a aquellos que piensan igual que uno es insuficiente. Aquí el desafío es mayor. Habrá que convocar con argumentos a los que nunca han sido parte o que con el tiempo se fueron restando, a los que han dicho hasta el cansancio “para qué votar si mi vida sigue igual”, y a los que por mucho tiempo han sentido que la urgencia del debate político no tiene relación con las urgencias que viven en su vida. En esta pasada hay que hacer un esfuerzo mayor por llegar no solo a aquellas personas que viven en Vitacura, Lo Barnechea, Las Condes, Santo Domingo, Ñuñoa o La Reina; las únicas comunas de Chile que superaron el 60% de participación electoral en las últimas presidenciales.

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