Un crecimiento político

Inauguración fachada restaurada del Banco Central
Actualmente, el presidente del Banco Central es elegido por el Presidente de la República.


En estos días se ha dado a conocer que el Imacec del mes de octubre fue de un 4,2%. Sin duda, es una gran noticia, considerando la pobre tasa de crecimiento económico del gobierno anterior y que además está por sobre la tasa de crecimiento del mundo en la actualidad.

Esto hace que las expectativas económicas mejoren, porque tal como todos sabemos, un mayor crecimiento genera mejores empleos, más riqueza y más oportunidades para todos los chilenos.

Sin embargo, muchas de estas noticias aún no se han materializado como un avance en el respaldo al gobierno en materia económica, sino que incluso hay una percepción de continuidad en la situación del país, comparando los dos últimos gobiernos. Esto se puede deber principalmente a tres cosas.

La primera, es que quizás se subestimó el impacto profundo en el crecimiento que tuvieron las políticas del gobierno anterior, como la reforma tributaria y la reforma sindical. Lo razonable era que sus efectos se siguieran produciendo aun cuando haya habido cambio de autoridades políticas. El problema es que faltó comunicar bien ese elemento, para atribuir la responsabilidad política a quien corresponde, y evitar pagar los platos rotos, como ocurre actualmente.

Un segundo factor, según reconocen los expertos, especialmente el Banco Central este 5 de diciembre, fue que no se ponderó adecuadamente el efecto de la inmigración en el estancamiento de las remuneraciones. Al haber una mayor oferta por empleos poco calificados, disminuyen los precios y eso impacta directamente en el bolsillo de las familias, al no existir un crecimiento sostenido de sus remuneraciones, o tener que aceptar los mismos trabajos por un menor precio.

Finalmente, hay un problema de agenda política. Si bien hay que considerar que el gobierno no tiene mayoría en el Congreso, no se explica que quienes se dedicaron a criticar con fuerza algunas medidas que evidentemente iban a afectar el crecimiento y el empleo, no intenten revertirlas con una mayor fuerza. Así ocurre, por ejemplo, la reforma sindical y la disminución de impuestos.

Este último punto es especialmente importante. Hasta antes del 2010, Chile tenía un impuesto corporativo de un 17%, y en menos de 10 años de eso nuestro país ya ha aumentado más de un 50% el mencionado impuesto. A todas luces parece un exceso, sobre todo considerando que la región es cada vez más competitiva y que el mundo está yendo paulatinamente en la línea contraria.

El crecimiento económico, promovido por quienes defendemos las ideas de la libertad, debe ser acompañado de un desarrollo político, que permita tener una agenda propia a corto, mediano y largo plazo. Lamentablemente el exceso de pragmatismo nos podría llevar a olvidar que el objetivo de ser gobierno es gobernar con las ideas propias y no administrar mejor las ajenas.

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