Un gran acuerdo nacional

Lo que ocurra esta semana es particularmente importante, pues no olvidemos que si no se legisla pronto la decena de proyectos de ley de este tan anhelado acuerdo, lamentablemente la mayoría de sus beneficios no podrán ser percibidos cuando correspondan.



Imagino que muchos están celebrando el histórico acuerdo nacional firmado por el Ejecutivo y gran parte de los partidos de la oposición, en el cual el vital liderazgo del ministro de Hacienda fue crucial. La verdad es que no es menor, considerando no sólo la urgencia de contar con un plan que nos permita garantizar a los más vulnerables un mínimo de apoyo en estos difíciles momentos, sino además en cuanto a la capacidad que tuvieron los políticos -dando su debido espacio a la sociedad civil y a la técnica- de aunar las diferencias ideológicas en pos del bien de la ciudadanía.

Dicho pacto implica tanto una extensión del plan de emergencia como medidas para apuntalar la reactivación. No obstante, hay quienes consideran “frívolo” el debate sobre cómo recuperar la economía -como lo mencionó el ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre-, pues al parecer la clave (¿exclusiva?) de la discusión debiese estar en la estrategia sanitaria. Ciertamente, esta visión es errada, pues una cosa no quita la otra. Por supuesto que debemos velar por la salud de las personas, razón por la que se establecieron medidas para acompañarlas y ayudarlas a enfrentar los estragos que ésta dejará. En esta línea, tanto durante como después de la crisis, la generación de empleo será clave para que la gente pueda vivir en mejores condiciones. Por lo tanto, suponer que la atención debe estar en una sola arista -la sanitaria- es bastante miope, ya que actuar en la emergencia es tan fundamental como hacerlo en la reactivación.

El trabajo que hemos realizado no sólo desde la política, sino también desde la sociedad civil, ha permitido establecer el inicio de una hoja de ruta para los próximos dos años, que no tiene otro fin más que el de proteger a las familias de Chile del Covid-19, del desempleo, la pobreza, y todos los daños que aquello implica tanto a nivel individual como colectivo. Cabe destacar el Ingreso Familiar de Emergencia 2.0 de $100 mil por integrante, ampliado para el sector formal y a la clase media, transformándose así en un importante complemento para los ingresos de las familias. También los incentivos a la contratación; la depreciación instantánea, entre otras propuestas del plan. Estas evidencian un gran avance en la batalla que estamos dando y en la que se asoma por la esquina, para la cual debe considerarse sí o sí la eventual reactivación del sistema económico.

Ahora bien, no todo está dicho. Lo que ocurra esta semana es particularmente importante, pues no olvidemos que si no se legisla pronto la decena de proyectos de ley de este tan anhelado acuerdo, lamentablemente la mayoría de sus beneficios no podrán ser percibidos cuando correspondan. Esto sólo significaría un atraso más en la urgente respuesta que requieren las familias más necesitadas de nuestro país. Espero -pues dicen que la esperanza es lo último que se pierde- que en los próximos días siga triunfando ese “espíritu republicano” que dejó entrever la política con este hito, y no se cambie el foco verdadero de las soluciones a esta pandemia: las personas.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.