Una incómoda institución

Palacio de Tribunales
12 Abril 2018 Fachada Palacio de Tribunales Foto: Andres Perez PODER JUDICIAL - FACHADA - FRONTIS - VISTAS - SANTIAGO


SEÑOR DIRECTOR

Los abogados integrantes, una especie de juez transitorio que integra las salas de Cortes de Apelaciones o de la Corte Suprema cuando sus titulares no están, se ha transformado en un problema de diseño judicial. Desde el retorno a la democracia, todos los gobiernos han buscado su eliminación, pero han fracasado en el intento.

Esta figura que permite a abogados externos integrar tribunales en los territorios jurisdiccionales en donde ejercen sus labores profesionales, incluso litigando ante las mismas Cortes en las que participan, no solo facilita los conflictos de interés, sino que afecta la independencia judicial, lo que define la identidad del Poder Judicial, porque, además, el Ejecutivo tiene un amplio poder en sus nombramientos, a través de los cuales puede influir en el funcionamiento de esos tribunales.

¿Si es tan evidente su riesgo, y pese al consenso transversal que existe, por qué entonces es tan difícil su eliminación? Mientras no reformemos el gobierno judicial, en manos de la Corte Suprema y las Cortes de Apelaciones, la ausencia de los ministros titulares es inevitable para el desempeño de sus labores administrativas. Por eso, la alternativa a los abogados integrantes es la creación de la figura de los jueces suplentes, es decir, personas cuya actividad es reemplazar jueces titulares, sin que les esté autorizado actividad profesional alguna. Esto, sin embargo, implica no solo la creación de 107 nuevas plazas judiciales para la Corte Suprema y las Cortes de Apelaciones, sino que provoca una interrogante sobre el sistema de nombramiento, considerando casos como el Tribunal Constitucional o los tribunales ambientales, donde la designación de jueces suplentes ha revestido la misma complejidad que el de los titulares, especialmente en el retardo de sus nombramientos.

Es cierto que la figura de los abogados integrantes ha permitido en nuestra historia que connotados juristas integren los tribunales superiores de justicia, pero es cierto también que esta figura es un remedo de un Poder Judicial del siglo XIX, que nada tiene que ver con las complejidades legales e institucionales de hoy.

Luis Cordero Vega

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