Valioso encuentro en La Moneda

La reunión entre Sebastián Piñera y Gabriel Boric es reflejo de una sana tradición republicana y una señal alentadora de que tendrá lugar un traspaso de poder ordenado, marcando un claro distingo en la región.



La reunión que tuvo lugar en La Moneda entre el Presidente de la República y el presidente electo trasciende el plano de lo meramente protocolar, representando una sana dimensión republicana que ha sido característica de la democracia chilena, y que nuevamente ha sido honrada.

La visita de Gabriel Boric al Jefe de Estado se produce apenas un día después del arrollador triunfo que el abanderado del Frente Amplio y el PC obtuvo en las urnas, y que lo convierten en el presidente con mayor número de votos en nuestra historia, lo que además se dio en un contexto de participación electoral récord desde la implementación del voto voluntario. Frente a un éxito de esta magnitud, era fácil haber caído en actitudes soberbias y haber denegado o postergado la invitación extendida por el Presidente Piñera. Gabriel Boric, sin embargo, acogió de inmediato dicha invitación, a la cual concurrió con dos de sus más estrechos colaboradores.

A pesar de la rudeza que caracterizó esta campaña presidencial, y de las duras críticas políticas que Boric ha formulado a Piñera y su administración, existió la grandeza para dejar de lado estas diferencias y sostener este encuentro, que debería ser el inicio de una transición ordenada y ejemplar. Al término de la reunión, el presidente electo señaló que “me voy tranquilo porque tendremos un traspaso de mando ordenado e institucional, donde el aparato del Estado se pone a disposición de que la democracia funcione, y eso es una buena noticia para Chile”. Por su parte, el Presidente Piñera declaró que “le hemos deseado el mayor de los éxitos en su futuro gobierno, y hemos ofrecido toda nuestra colaboración para que el traspaso de mando en democracia se haga con fluidez, eficacia y sea muy republicano”.

Es importante que esta primera reunión se haya dado en términos constructivos y respetuosos, comprometiendo una colaboración mutua, desde luego porque ayuda a distender un ambiente político que ha estado especialmente denso, donde a ratos pareciera que las diferencias entre las fuerzas políticas son insalvables y el apego a las formas republicanas careciera de importancia.

Una jornada tan impecable como la que vivió la democracia el domingo recién pasado quedaría empañada si no tuviera lugar un traspaso de mando ejemplar, como ha sido la tradición en Chile. Estas primeras señales -así como los gestos de reconocimiento y apoyo al nuevo gobernante que expresaron las distintas fuerzas políticas, incluyendo la visita de José Antonio Kast a Boric apenas conocidos los resultados- van precisamente en esa dirección. Ello constituye un patrimonio de la democracia chilena que debe ser celosamente protegido, pues las recientes experiencias de países vecinos muestran que las elecciones y los cambios de mando pueden convertirse en experiencias traumáticas y muy dañinas para la democracia.

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