El verdadero sentido del diálogo

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(Benito Baranda es Presidente ejecutivo América Solidaria; Leonardo Moreno

es Director ejecutivo Fundación Superación de la Pobreza).

"La falta de experiencia de nosotros y por no saber también, cuando se hizo la central, para hacer una negociación con ellos, que quedara en un papel escrito, que hubiera un asesor. Podríamos estar mejor pero no hubo nada en esos tiempos. Hubo otros dirigentes, no hicieron nada, no supieron negociar, no supieron nada, solo compadrismo". Estas palabras de una habitante de Quepuca Ralco en Alto Biobío, sintetizan el daño que por muchos años ha provocado la falta de participación pertinente, vinculante y oportuna, en decisiones que afectan su vida y entorno. Reflejan también el sentimiento de injusticia y asimetría de poder, la frustración que se genera con los años y la humillación por juzgarse a sí mismos como ignorante frente algo que le era desconocido.

Estos dolorosos sentimientos son compartidos por muchas comunidades a lo largo del país y se han repetido una y otra vez en la historia de Chile. Durante años las comunidades han sido impotentes espectadores de la instalación de proyectos industriales que terminan modificando radicalmente sus entornos y su calidad de vida. El problema actual está en que estos proyectos suelen cumplir con la legislación vigente en lo que respecta al proceso en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA); incluso cumplen con los requisitos de participación ciudadana establecidos.

Es innegable la importancia que representan los grandes proyectos de inversión en el desarrollo nacional, y particularmente para el bienestar de las comunidades directamente involucradas. Por eso, el Estado y las empresas están llamados a dar un salto cualitativo en los mecanismos de diálogo y participación con los diversos actores sociales involucrados. Pero no se trata solamente de modificar medidas administrativas o recoger aisladamente alguna buena práctica como es el diálogo temprano. Porque el verdadero desafío está en modificar las prácticas asistenciales, de dependencia y subordinación que hoy priman en nuestro modelo de desarrollo. Para ello, se requiere voluntad política de cambiar las cosas y que vaya acompañada de esfuerzos no solo financieros, sino también técnicos y de recursos humanos.

Es en ese sentido que hacemos un llamado al Ejecutivo y a los parlamentarios, que en la discusión del proyecto de ley que modifica el SEIA que presentará el gobierno, avancemos hacia la creación de una nueva Institucionalidad de Diálogo Territorial que permita diálogos simétricos, incidentes y con resultados, permitiendo así alcanzar un verdadero desarrollo respetuoso, integral y sustentable.

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