Vientre de alquiler

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Dos doctores se negaron a proceder con el protocolo de interrupción del embarazo al identificarse como "objetores". Foto: Getty Images.


Convertirse en padres es de las cosas más extraordinarias de la vida. Sin embargo, no a todos se les da fácil.

Hay parejas que, por diferentes motivos, tienen enormes dificultades o definitivamente no pueden procrear.

Algunos están dispuestos a todo con tal de cumplir el sueño de ser padres. Los avances de la ciencia en esta materia son notables. La inseminación artificial separó el acto sexual de la fecundación. Ello, en los hechos, ha permitido embarazar a mujeres con dificultades para quedarse esperando guagua. La donación y venta de espermatozoides junto con la inseminación artificial permiten a mujeres solas ser madres, así como también a parejas donde el hombre es infértil. La fertilización in vitro es un paso más allá y logra la fecundación fuera del vientre. Esto ha llevado a que mujeres que tienen problemas con la fecundación puedan ser madres. La donación o venta de óvulos junto con la fertilización in vitro han permitido, además, separar a la madre biológica de la madre gestante. Así, mujeres que son infértiles pueden ser madres con óvulos de otras mujeres. Por último, el arriendo o préstamo de vientre separa a la madre gestante de la madre biológica, permitiendo a mujeres que no pueden llevar adelante un embarazo ser madres, al igual que a parejas homosexuales ser padres.

Todas estas alternativas que nos ofrece la ciencia encierran preguntas éticas y desafíos legales que como sociedad no hemos abordado. ¿Es ético vender espermatozoides, óvulos y embriones o debiéramos dejarlos fuera del ámbito del mercado? ¿Tienen los niños derechos sobre sus padres biológicos? ¿Es ético arrendar vientres? ¿Por qué no sería apropiado que una mujer cumpla su sueño de ser madre pagándole a otra persona para que lleve el embarazo, si ambas están de acuerdo? ¿Cómo cambia la definición de madre al separar el material genético del embarazo y de la persona que lo va a criar? ¿Es madre la mujer cuyo óvulo fue utilizado por otra mujer? ¿Es madre la mujer que lleva en su vientre un feto de otra mujer? ¿O la calidad de madre solo se adquiere cuando uno cría a un hijo? ¿Qué ocurre con un feto en un vientre de alquiler si su madre biológica muere? Son preguntas que no tenemos resueltas y que ni siquiera nos hemos planteado.

Nuestro país suele llegar tarde a todo, pero en lo que respecta a la maternidad subrogada, estamos hace mucho tiempo al debe. En Chile no está regulada la maternidad subrogada. La ley no prohíbe el préstamo de vientre, pero sí establece que la madre es la mujer que gesta. De ahí los inconvenientes para usar esta alternativa para alcanzar la maternidad o paternidad.

La falta de legislación no solo perjudica a los hombres y mujeres que desean convertirse en padres a través de este mecanismo, sino que también perjudica a los niños que nacen a través de este sistema. En las últimas semanas conocimos la dramática experiencia de la pareja chilena que cayó presa en Perú por supuesta trata de personas. Ellos viajaron a dicho país para ir a buscar a sus hijos que nacieron a través de un vientre alquilado. ¿Qué pasará con estos niños? ¿Reconocerá nuestra legislación la filiación de la pareja chilena si la mujer que dio a luz no es la mujer que reclama la maternidad y la pareja chilena tampoco posee papeles de adopción? Los vacíos de nuestra legislación terminan perjudicando a los niños, que son absolutamente inocentes.

No podemos dejar desprotegidos a estos niños. Quienes quieren escabullir el problema argumentan que no son muchos niños los que se ven afectados y que es un problema que hoy implica solo a una minoría con recursos económicos. Ello es verdad, pero no son razones válidas para no legislar. Necesitamos abrir un debate respetuoso sobre estos asuntos y responder los desafíos éticos que nos deparan los avances de la ciencia.

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